Preso político José Daniel Ferrer recibe una visita familiar tras más de 40 días incomunicado

Tras más de 40 días incomunicado, el preso político José Daniel Ferrer García recibió ayer lunes la visita de su esposa Nelva Ismarys Ortega-Tamayo en la prisión de Mar Verde, situada en la provincia de Santiago de Cuba.

Ana Belkis Ferrer García, hermana del detenido, comentó en Facebook que el encuentro solo duró unos 15 minutos. Además, las autoridades penitenciarias no permitieron el ingreso de los hijos del opositor.

Según lo comentado por la doctora tras ver a su pareja, el líder de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu) se encuentra muy delgado y su cuerpo presenta varias picadas de mosquitos.

Esto ocurre unos días después de que un militar conocido como el mayor «Ortiz» no permitió a Nelva Ortega una visita conyugal, aunque sí le recibieron medicinas pedidas por José Daniel para un dolor de brazo, a través de un breve mensaje escrito en un papel.

“No podemos asegurar que le hayan entregado los medicamentos, el único que nos puede confirmar es el propio José Daniel, pero desde hace tres meses no le permiten hablar por teléfono”, dijo Ana Belkis en una publicación pasada.

Previo al encuentro ocurrido el día de ayer, el opositor solo había podido ver a su familia durante un minuto como muestra de una «fe de vida», solicitado a las autoridades castristas.

José Daniel se encuentra privado de su libertad desde el 11 de julio de 2021. Ese día, tal como lo hicieron miles de cubanos, el opositor salió a las calles para exigir el respeto a los derechos humanos y la implementación de un sistema democrático.

Agentes de la Seguridad del Estado y la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) pusieron bajo arresto al activista, quien en ese momento cumplía una sentencia de cuatro años y medio de manera domiciliaria.

Semanas después se le cambió la medida cautelar, para que el resto de su condena se desarrolle en la citada prisión, donde ha sido víctima de torturas y agresiones, inclusive psicológicas.

Durante una visita efectuada en marzo pasado, el preso político denunció ante el monseñor Dionisio García Ibáñez que lo tenían encerrado en una celda de castigo con paredes blancas y un bombillo encendido las 24 horas del día.

Asimismo, le dijo al religioso que presentaba de manera constante dolor de cabeza, zumbidos en los oídos, sangrado bucal, calambres, problemas en una muela, parálisis en las manos y un hongo que provoca en la piel ronchas y escozor.