OPINIÓN
Remesas y pobreza en la Cuba comunista
Para muchos cubanos, la única alternativa es saciar el hambre revolviendo los latones de basura, buscando un mendrugo de pan, un resto de arroz, cualquier miseria que calme el estómago

Las remesas, aunque alivian la presión económica de quienes las reciben, permiten que el régimen continué recibiendo financiamiento. (Foto @ Periódico Cubano)
La imagen golpea el alma: tirado en el suelo, junto a su perro fiel, yace Arturito, antiguo amigo de las noches de gloria en el club de ajedrez. Solía lucir su guayabera impecable y un tabaco en el bolsillo, símbolo de su orgullo humilde. Hoy, tras su retiro, no puede pagar ni siquiera un café.
No recibe dólares, no tiene familiares en el exilio que le envíen remesas. Forma parte del gigantesco ejército de jubilados condenados a la hambruna en la Cuba comunista. El Estado, obsesionado exclusivamente con su propia supervivencia, ya no mira a su pueblo. La represión y el miedo se han convertido en las únicas áreas donde invierten energía.
La pobreza extrema ha dejado de ser una situación transitoria para convertirse en la condición permanente de la mayoría. Mientras tanto, un grupo cada vez más reducido se aparta de esta ideología enfermiza que nos ha llevado a la ruina material y a perder la dignidad humana.
Una sola idea, un solo partido, un rotundo fracaso. Y mientras los ancianos rebuscan sobras en los latones de basura, los jerarcas revientan sus bolsillos con el saqueo indiscriminado de los últimos recursos de la nación. El ejército, lejos de ser garante de la soberanía popular, se ha transformado en un consorcio de negocios turbios, donde los generales han sido comprados y corrompidos.
La cruda realidad de las cifras

La destrucción de Cuba, tras seis décadas de dictadura castrista, es palpable por todo el país. (Foto @ Periódico Cubano)
Según datos recientes, el 72% de los cubanos vive bajo el umbral de la pobreza, definido por ingresos inferiores a 0.20 dólares diarios. Las jubilaciones oficiales promedian 1.500 pesos cubanos al mes, aproximadamente 5 dólares al cambio informal, mientras el costo de una canasta básica supera ampliamente los 100 dólares. Comprar un simple cartón de huevos cuesta hoy entre 4.000 y 5.000 pesos.
En este escenario brutal, las remesas representan un salvavidas parcial: se estima que en 2024 los cubanos recibieron alrededor de 2.000 millones de dólares en remesas, enviadas fundamentalmente desde Estados Unidos. Para quienes reciben dólares, hay alivio relativo: pueden acceder a alimentos, medicinas y algunos bienes que el mercado interno ya no ofrece.
El efecto perverso de las remesas
Pero estas remesas también sostienen, indirectamente, al régimen. El Estado captura parte de esos envíos a través de tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC), obligando a la población a gastar sus dólares en mercados controlados y monopolizados. Así, los dólares no solo permiten la sobrevivencia de algunas familias, sino también la prolongación agónica del sistema que los condena.
Mientras tanto, para aquellos como Arturito, que no reciben remesas, la única alternativa es saciar el hambre revolviendo los latones de basura, buscando un mendrugo de pan, un resto de arroz, cualquier miseria que calme el estómago.
Según el nuevo informe del 2022 sobre los #DerechosSociales #Cuba del @observacuba, “Más del 60% de los ancianos en #Cuba no pueden comprar lo más esencial para vivir.
👉 https://t.co/tAmBkSTe8g#SOSCuba #CubaNoEsComoTeLaCuentan #CubaTieneQueCambiar pic.twitter.com/iSppigkVg7— Observatorio Cubano de Derechos Humanos (@observacuba) October 20, 2022
Un futuro incierto
¿Qué futuro nos queda? ¿Quién puede saberlo? Con un país desangrado, con su juventud escapando en balsas o aviones, con sus ancianos muriendo en la indigencia, Cuba se enfrenta a un abismo profundo.
La única certeza es que mientras el pueblo no se sacuda del yugo que lo aplasta, la pobreza, la humillación y la desesperanza seguirán marcando el rostro de la nación. La dignidad perdida solo podrá recuperarse con la caída del régimen. Hasta entonces, Arturito y millones como él seguirán siendo los testigos silenciosos de la tragedia cubana.
