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Televisión oficialista presenta a Lis Cuesta como una doctora y organizadora de eventos

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Televisión oficialista presenta a Lis Cuesta como una doctora y organizadora de eventos

Pero quizás la “mayor perla” que salió de la boca de la “doctora en ciencias” fue decir que “el socialismo garantiza la democratización de la cultura”

Televisión oficialista presenta a Lis Cuesta como una doctora y organizadora de eventosSegún Lis Cuesta, “el Estado debe subsidiar la cultura para garantizar el acceso popular”. (Captura de pantalla © Canal Caribe – YouTube)

Lis Cuesta Peraza, esposa del presidente Miguel Díaz-Canel, pero que rehúsa a ser llamada primera dama, asistió al programa Cuadrando la Caja de la televisión oficialista, donde fue presentada como doctora en ciencias y organizadora de eventos culturales.

La nacida en Holguín hizo desafortunadas declaraciones que le granjearon la crítica de los cubanos en redes sociales. Sus intervenciones a lo largo del espacio televisivo representan una visión completamente anclada en el paternalismo estatal y en la preponderancia de un modelo socialista fracasado, donde el Estado sigue arrogándose el rol de único garante del desarrollo cultural.

Bajo esta óptica, se refuerza la idea de que la cultura debe ser planificada, subsidiada y controlada centralmente, sin dar espacio a la libertad individual, la competencia y la creatividad que solo el mercado libre puede ofrecer.

Según Lis Cuesta, “el Estado debe subsidiar la cultura para garantizar el acceso popular”.  Esta afirmación es el clásico pretexto del socialismo para justificar el control estatal absoluto sobre la producción y difusión de la cultura.

En una economía libre, la cultura no necesita ser subsidiada porque los consumidores eligen qué productos culturales desean adquirir, y los creadores pueden innovar y comercializar sus obras sin depender de un ministerio burocrático que decide qué es “importante” y qué no.

Para la “no primera dama”, que gusta de visitar tiendas de lujos en los viajes al extranjero, donde acompaña como parasito a su esposo, “no podemos permitir que la cultura sea una mercancía”. Sin embargo, su visión del manual comunista contradice la lógica del desarrollo cultural en cualquier sociedad próspera. En los países con economías de mercado, el arte y la cultura se comercializan con éxito, lo que permite su expansión, innovación y mejora continua.

El arte no deja de ser arte por tener valor comercial, sino todo lo contrario: cuando los artistas pueden vender su trabajo libremente, invierten en mejorarlo, compiten y elevan la calidad cultural de una nación.

En regímenes comunistas, el arte suele convertirse en una herramienta propagandística del régimen, restringiendo la libertad creativa. En cambio, en el capitalismo, los mercados culturales son dinámicos y diversos, donde la oferta responde a la demanda y no a un burócrata con criterios ideológicos.

Según Cuesta Peraza, el Estado tiene el derecho de gastar todo el presupuesto público al cual contribuyen todos los habitantes de la Isla para desarrollar eventos culturales, aunque ello implique perdidas económicas.

Esta visión es económicamente insostenible y una carga para los contribuyentes. En cualquier país donde se respete la propiedad privada y la libertad económica, los eventos culturales que no sean rentables simplemente se ajustan al mercado o desaparecen.

No se puede pretender que un Estado con una economía en crisis y una moneda hiperdevaluada siga invirtiendo en eventos deficitarios, mientras los cubanos no tienen alimentos, medicinas ni servicios básicos decentes.

En el capitalismo, la competencia y la rentabilidad son clave para que cualquier sector prospere, incluida la cultura. Si un evento no genera suficientes ingresos, significa que no es atractivo para el público, por lo que no debería sostenerse artificialmente con dinero del Estado.

Pero quizás la “mayor perla” que salió de la boca de la “doctora en ciencias” fue decir que “el socialismo garantiza la democratización de la cultura”. Este es uno de los mitos más grandes del comunismo. En Cuba, la cultura no es “democrática”, es monopolizada por el Estado.

El socialismo restringe la libertad artística al imponer censura y controlar qué expresiones culturales son aceptadas. La verdadera democratización ocurre cuando cada persona decide qué consumir y cada creador decide qué producir, sin interferencia del Estado.

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2 Comentarios

2 Comments

  1. Lorenzo

    19 de febrero 2025 12:28 AM at 12:28 AM

    En serio esa periodista se llama Marxlenin??? jajjajaajjajajajajajajajajaja

  2. el diablo

    18 de febrero 2025 6:36 AM at 6:36 AM

    pero eso es una bryja hdp al igual que el asesino del marido

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