HISTORIA DE CUBA
Tres historias controversiales de políticos cubanos en la República
Tan pintorescas como increíbles
Fue la Cuba republicana una nación tan pintoresca que podían llegar a las esferas de decisiones varios personajes con pasado turbio.
Sucedía anualmente y, prácticamente, era normal que ocurrieran cosas así. Es por ello que hoy queríamos traerte tres historias controversiales asociadas a funcionarios que trascendieron por sus etapas previas a la ocupación de cargos públicos y/o por los componentes polémicos que rodearon sus carreras políticas.
Casimiro Eugenio Rodríguez Cartas
Fue procesado por asesinato y, aun así, llegó a formar parte del Congreso de la República. En 1917, este hombre mató a Florencio Guerra, quien era alcalde provisional de Cienfuegos. Mientras cumplía prisión en el Castillo del Príncipe, conoció a la que sería su esposa, María Teresa, hija del político Alfredo Zayas.
Esta mujer llegó al Senado en dos ocasiones y, en la primera de ellas, renunció y su cargo lo ocupó su suplente, que era su marido. Rodríguez continuaría en el Parlamento en 1944 y luego sería reelegido cuatro años más tarde. Volvería a acabar con la vida de otra persona: el 3 de mayo de 1950 disparó varias veces contra Rafael Frayle, otro representante. Antes, en 1911, había sido condenado también por la Audiencia de Santa Clara debido a otro homicidio.
A petición suya, tras su muerte, se le inhumó de pie en el Cementerio de Colón, con una pistola en cada mano, un billete de cien pesos en el bolsillo.
Benito Remedios Langaney
este señor, militante de organizaciones como el Partido Conservador, la Coalición Socialista Democrática, el Conjunto Nacional Cubano, el Partido Republicano y el ABC, era un hombre de acción.
Tenía entre sus propiedades un central, una compañía ganadera, más de cien fincas, varias haciendas y una empresa dedicada al negocio de la piña. Se propuso llegar al Parlamento para ahorrarse impuestos, como mismo declaró en una ocasión y, entonces, decidió trabajar con base en ese objetivo.
Utilizó en diversas oportunidades sobornos para ascender a donde quería, pero no solo para su beneficio personal, sino también para el de sus familiares: ofreció dinero para que su esposa y su hermana fueran electas; también quiso postular a su hijo, efectivo mediante. Durante varios años se mantuvo en la Cámara de Representantes y siempre fue conocido por su pasado y presente “dadivoso”.
Alfredo Zayas y Alfonso
El que fuera presidente de Cuba entre 1921 y 1925 también protagonizó, como otros tantos de sus similares, una historia turbia. La trama en cuestión tuvo lugar cuando se acercaba la fecha del fin de su mandato, pero comenzó mucho antes.
Resulta que, “El Pesetero”, como era conocido popularmente, había ganado las elecciones de 1916, pero Mario García Menocal, el presidente saliente, no reconoció el triunfo y sucedió el “cambiazo” de votos que lo mantendría cuatro años más al frente del ejecutivo de la nación y provocaría al año siguiente el levantamiento de “la chambelona”, liderado por el exmandatario José Miguel Gómez. Zayas nunca olvidaría aquello y su venganza personal contra el antiguo general del Ejército Libertador no había hecho más que empezar.
En las elecciones de 1920, Gómez se postulaba por los liberales y Zayas era parte de ellos y aspiraba a ganar la nominación. Para mantener su objetivo, entonces, tuvo que salir de la organización y fundar el Partido Popular —este sería conocido como el “partido de los cuatro gatos” por su escasa membresía.
Tuvo que aliarse con los conservadores y recibió el importante apoyo de Menocal, quien cedió a favor de Alfredo bajo la condición de que este lo ayudara a obtener el triunfo electoral en 1924. Cerca de esa fecha, el entonces líder del país, lógicamente, no cumplió con su promesa: favoreció la candidatura de Gerardo Machado después de que Falla Gutiérrez, uno de los hombres más adinerados del país y una figura cercana al ex general de brigada del Ejército Libertador, le entregase cinco millones de pesos.
Sabelotodo
12 mayo, 2024 - 12:56 AM at 12:56 AM
Alfredo Zayas, alias El Chino, fue el único presidente cubano que se erigió una estatua