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Viajes a Suriname, entre decomisos ilegales y maltratos a cubanos

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Viajes a Suriname, entre decomisos ilegales y maltratos a cubanos

Empleados como “mulas” se encuentran con muchas complicaciones

Desde que se abrieron los vuelos entre Cuba y Suriname en 2017, alrededor de 400 personas de la isla viajan por semana al país ubicado en Sudamérica a comprar mercancías o estar lejos de la represión gubernamental, a pesar de las malas atenciones y complicados trámites consulares.

El servicio está a cargo de la aerolínea Fly All Ways y se puede comprar el boleto a través de varias agencias privadas en Cuba que, al no ser filiales del gobierno, ayudan en el tramité consular.

Actualmente el paquete con boleto de ida y vuelta tiene un costo de 865 dólares. Antes su valor era de 965 dólares pero incluía servicios de hospedaje, transporte y alimentación.

Muchos cubanos consideran que es un precio económico y han viajado hasta Paramaribo donde han encontrado trabajo en negocios de empresarios asiáticos radicados en esta ciudad, principalmente hostales.

Un ejemplo de ello, es el centro comercial Times Mall hecho por inversores chinos y que ahora es el mayor centro de empleo para emigrantes y de compras para las llamadas “mulas cubanas”, ya que se encuentran artículos con premios baratos que se puede revender en la isla.

Las “mulas” son mujeres, hombres y en ocasiones hasta niños con más de doce años, que son empleados exclusivamente por negocios privados para que vayan a comprar productos que se pueden vender en la isla y que no resulte fácil encontrarlos en los mercados estatales.

A pesar de que está práctica salva a la economía devastada, es muy común que entorno a ella existan casos de mercado negro, explotación laboral y corrupción, porque muchos de los productos son adquiridos para cubrir necesidades del día a día.

Para Miriam Ramos, las condiciones del mencionado centro comercial no son del todo agradable porque varios de los empleados, generalmente cubano inmigrantes, tratan de sacar provecho a todo para beneficio personal. Ella durante sus viajes se hospeda en un hotel construido en este lugar, lo que le ha permitido percibir esta situación.

“Cuando llegas al hotel siempre es lo mismo, no hay cuartos independientes, solo los de 6 y 8 personas, es horrible tener que compartir un cuarto con tantas personas desconocidas, hasta para ir al baño es un problema. Las recepcionistas, que son cubanas, te tratan mal, como si estuvieran viviendo en Cuba todavía. Además, la basura y la bulla abundan en el hotel”, comentó Ramos.

 

La mujer denuncia que los cubanos no se adaptan al trabajo y cuando hay problemas, primero piden dinero antes de resolverlo, abusando de la confianza que ofrecen los dueños del hotel.

“Suriname es un buen país para hacer el viaje por los 125 kilos, porque hay bastante variedad de productos; también es muy bueno para comprar medicamentos y otras cosas que en Cuba no hay, y aunque se pasa mal en el hotel por las malas gestiones de los cubanos, no nos queda más remedio, esto lo tenemos que hacer para sobrevivir”, señala una persona que trabaja como “mula” y que pidió el anonimato.

Los malos tratos continúan cuando se regresa a Cuba, porque con la idea desestabilizar a lo vendedores del sector privado en la isla, el Servicios de Aduanas y Policía Nacional, decomisa los productos comprados o meten muchas trabajas para que la mercancía no salga del aeropuerto.

“En el aeropuerto cubano es cuando comienza el verdadero infierno; nos abren los bultos y nos cuentan cosa por cosa, nos quitan lo que sea sin mucha explicación; y aún cuando uno llega a la casa hay riesgo de que la policía se meta y te quite el resto de lo que trajiste porque no es legal vender ropa”, reveló Julio César Conde, un comerciante de ropa y productos de aseo, quien asegura haber perdido cuatro mil dólares por los decomisos injustificados.

Gladis Socarrás, dueña una tienda de artículos religiosos comenta que en sus viajes no carga con la cantidad máxima permitida, siempre trata de no pasar de los 38 kilos, pero en su último viaje, a pesar de cumplir el reglamento, le quitaron 8 kilos de ropa.

“La compañía te permite 38 kilogramos libres, y en Cuba también lo estaban dejando pasar, pero de un día para otro quitaron la luz verde y solo dejaban los 30 establecidos. Nos decomisaron la mercancía a todos los que teníamos esa cantidad”, explicó Gladis, a quien le pidieron un pago de 80 dólares para que puede pasar la cantidad decomisada.

“Un abuso en ese aeropuerto, un día nos dejan sin ropa, porque lo de ellos es quitar y no dar nada”, criticó la viajera.

Con Información de CubaNet

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