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Periódico Cubano

Violencia Vicaria: el caso de las pequeñas Olivia y Anna

MUNDO

Violencia Vicaria: el caso de las pequeñas Olivia y Anna

Cuba y España tienen muchas diferencias entre sí, pero las unen gobiernos indiferentes a la violencia contra la mujer

Olivia y Anna recuerdo frente al mar en Santa Cruz de Tenerife

Estatuas en memoria de Olivia y Anna en Santa Cruz de Tenerife. (Captura de pantalla © GranCanariaTv.com – YouTube)

Cuando el presidente de España, Pedro Sánchez, se pronunció este viernes sobre el caso de las niñas desaparecidas en Tenerife, refiriéndose a este como “la forma más cruel de violencia contra la mujer”, las respuestas no tardaron.

No las de empatía o cariño hacia la madre, bueno, no solo al menos, sino las de cuestionamiento, las de réplica y las de “indignación”, por reconocer el hecho como parte de la tan denunciada, tan “de moda” violencia de género.

No tardaron varios usuarios en reclamar al gobernante por “sesgar” su señalamiento de los crímenes, por “inclinar la balanza” hacia un lado señalando solo “un grupo” de culpables (los hombres, claro); incluso no tardaron en desmentir que esto “solo” lo hagan los padres (varones), -algo que nunca fue afirmado por el presidente-ejemplificando con algunos casos, también lamentables.

Así salió a relucir otra muerte trágica de un menor en España, una niña de 4 años asesinada por su madre, quien después intentó suicidarse.

Varios comentarios más cuestionando el “señalamiento” injusto al género masculino por la violencia contra las menores, pero no a las mujeres que “también matan”.

Por ello considero justo aclarar por qué el caso de las pequeñas Olivia y Anna es, de hecho, un caso de violencia de género, y por qué además es importante reconocerlo como tal.

Violencia de género

Habría que empezar por definir a qué se le llama “violencia de género”. Porque sí, las mujeres “también matan/violan/violentan”, pero, cabe aclarar, no del mismo modo ni en la misma frecuencia en la que son víctimas de estos delitos.

La violencia de género, entonces, se reconoce por ser ejercida de manera sistemática, esto es que todo un sistema social, conformado por familias, gobierno, medios, cultura, valores, e incluso el lenguaje, funciona para hacer posible, para permitir, ejercer y propiciar esta violencia.

En este sentido hay muchos ejemplos, y ahondaremos en este tema otro día, pero puede mencionarse que tanto las violaciones, como la violencia doméstica son significativamente más frecuentes en mujeres que en hombres, a pesar de lo cual, se les señala a ellas, desde puntos de vista políticos, sociales y religiosos, como las culpables.

Se culpa a las mujeres porque “no ponen límites”, una idea promovida y aceptada por todos los sectores de la sociedad. Por eso es violencia de género, porque es ejercida desde todos los sectores hacia la mujer, por el hecho de ser mujeres, sin pensarlas como individuos.

En el caso de las niñas de Tenerife, tenemos una sociedad que cuestionó a la madre, y no al padre que se las llevó, y que defendió al padre, señalando que era buena persona e incapaz de hacerles daño a sus hijas, minimizando los temores de la madre, que pedía ayuda para dar con ellas.

Esto porque el padre era un proveedor responsable, algo que se celebra socialmente, pese a ser una obligación parental que en las madres pasa desapercibida.

Violencia vicaria

Ahora bien, dentro de esta violencia de género, se encuentra la violencia vicaria, o “por sustitución”, un tipo de violencia contra las mujeres en la que el agresor utiliza a los hijos como instrumento para hacer daño a la madre o la expareja.

De acuerdo con un reportaje de la cadena británica BBC, fue la psicóloga clínica Sonia Vaccaro, quien acuñó el término, que fue incluido en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, firmado en España en 2017.

“Le puse vicaria a este tipo de violencia entendiendo la definición del diccionario que dice que tiene las veces, poder y facultades de otra persona”, dijo al citado medio Vaccaro, quien ha estudiado este tipo de violencia desde el 2012.

“Esta es una violencia contra la mujer, una violencia machista, que utiliza a sus hijos como objeto para seguir maltratando a la mujer”.

En este lamentable caso español, un hombre, Tomás Gimeno, abandonado por su ahora exesposa, secuestra a sus hijas, amenaza a la madre con que “no volverá a verlas nunca”, la tortura toda una noche con llamadas en las que se mantiene presente, pero sin volver, ni devolverle a sus niñas.

Él sabía que su exmujer, Beatriz Zimmermann, no volvería a dormir en paz, pues según sus planes, nunca sabría qué fue de sus hijas. Si se las llevó al extranjero, si las mató, si pasó algo peor…

Este hombre sabía que estaba lastimando a Beatriz al quitarle lo que más amaba. No es una violencia física, sino una manifestación increíblemente cruel de violencia emocional, tanto así que ha conmovido a una nación entera, y a todos los que nos enteramos fuera de ella.

Y ha sido tanto el revuelo que uno podría cometer el error de pensar que se trata de un caso aislado, pero no es así.

Violencia en Cuba

Esto que ocurrió, se llama violencia vicaria, cuyo nombre aún es bastante desconocido por buena parte de la población, pero que al escuchar la definición todos sabemos reconocerlo… porque es común.

Más común de lo que muchos —tanto personas, como gobiernos— pueden o quieren reconocer, pero ocurre todos los días y por eso es importante nombrarla y distinguirla.

¿Cuántos feminicidios no ha registrado Cuba, en los que junto a la madre se asesina a los hijos?

Y quizá porque en Latinoamérica (¡bendito tercermundismo!) no contamos con los medios -o no se usan -para estudiar a fondo cuál de las víctimas falleció primero, quizá por eso, muchos hoy cuestionan y se enojan de que se le nombre “violencia de género”.

Porque si supieran en cuántos de estos casos, las madres vieron morir a sus hijos frente a ellas sin poder hacer nada, para luego encontrar la muerte ellas también tras innombrables minutos (o hasta horas) de sufrimiento, entonces no quedaría duda de la forma brutal de tortura que es esta contra las mujeres, y lo terriblemente común que es.

Porque tampoco tiene que llegar al extremo de la muerte. No es exclusiva de casos de feminicidio o infanticidio.

El padre que golpea a sus hijos frente a su mujer, o peor, a sus espaldas, para que ella los vea lastimados y sufra, también cuenta. De igual forma aquel que -por gusto- los deja sin comer, que les niega dinero para medicinas.

El combate a la violencia de género se ha convertido en una necesidad universal, pues así como en Cuba las autoridades no han reconocido que el problema siquiera existe, en España hoy se critica a los gobernantes que han ignorado la violencia por años y hoy lamentan la muerte de Olivia y Anna.

En Cuba la necesidad de reconocer y combatir la violencia de género se ha externado en muchas ocasiones por organizaciones civiles. La respuesta del gobierno aún no llega, pero se espera que la sociedad responda antes de que se presente un caso como el de este jueves, que le tenga que dar la vuelta al mundo para ser escuchado.

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1 Comment

1 Comment

  1. Lalo Manuel Pérez

    12 junio, 2021 - 4:50 PM at 4:50 PM

    Leyendo este reportaje, no puedo mas que, primero, lamentar tan desgraciado suceso, como hombre, y padre, tengo el corazón roto. Igual que cualquier otro español, pero tengo que poner una pica en Flandes, y aconsejar que, antes de meter la pata, como el autor de este artículo, informarse detenidamente y en profundidad. Las estadísticas están ahí para consultarlas. La mayoría de asesinatos de menores, por parte de sus progenitores, son llevados a cabo por sus madres. No quiero, ni pretendo, entrar en la polémica de por qué se matan a los hijos, víctimas inocentes, para arruinar la vida de la pareja, algo que a alguien en su sano juicio ni se le pasaría por la cabeza, pero infórmense bien. La mayoría de los asesinatos de menores son cometidos por las madres, o madrastras. Al menos, en España. Los datos están al alcance de cualquiera que se tome la molestia de consultarlos en internet, ya que aquí, este tipo de datos, al contrario que en Cuba y otros países, están ahí, a la vista de quien quiera consultarlos. El problema radica en que aquí en España, gracias a los demagogos comunistas de Podemos, y la impresentable Irene Montero y sus lameculos feminazis, a través de su inutil ministerio de igualdad, que tantos millones nos cuesta del erario público, se está haciendo lo imposible para criminalizar al varón de todos los males, y para dividir a la sociedad. Todo por seguir trincando del dinero de los impuestos. Aunque ese es otro tema aparte. Lamentablemente, este hdp de padre, que ni de ser humano debería ser tratado, es el más mediático de los últimos y lamentables sucesos. Pero mientras se saca rendimiento político por parte de los grupos que actualmente forman el gobierno comunista español en la actualidad, que con su política están buscando un enfrentamiento civil como en 1936, se silencian, y se tapan, todos aquellos casos en los que las madres, por desgracia, son las que matan a sus hijos para vengarse de los padres. Por favor, tómense la molestia de buscar información, repito, los datos están al alcance de cualquiera. Soy padre de tres hijos, divorciado tres veces. Nunca, nunca, nunca, maltraté a ninguna de mis parejas, y por descontado, por muy mal que hubiésemos quedado tras los divorcios, se me pasó por la cabeza, ni remotamente, hacer el menor daño a mis hijos para vengarme.En españa, Podemos, Psoe y sus socios terroristas (Bildu) y separatistas catalanes, aprovechan cualquier tema para dividir a la sociedad, incluido el feminismo radical (feminazis) para mantenerse en el poder, incluyendo, si es necesario, una nueva guerra civil. Y a este paso, van por buen camino.
    Con suerte, los españoles de bien, confiamos en que, en las próximas elecciones, estos hdp, que solo saben politizar el dolor (véanse los videos de la «menistra» Irene Montero), desaparecerán de la vida pública y política española sin derramamiento de sangre entre compatriotas. Por que aquí, por suerte, no tenemos el alma de borregos que tienen los hermanos cubanos o venezolanos. Aquí, o se van por las buenas, o los largamos a tiros. Ya lo hicimos una vez, no tenemos problemas en hacerlo de nuevo. En cualquier caso, infórmense bien, por favor, pues por desgracia, la mayoría de los infanticidios, son cometidos por las madres. Eso sí que se merecería un buen estudio social en el que gastarse el dinero para prevenirlo y evitarlo, y no malgastarlo en ministerios inútiles, chiringuitos y asesores, que cuestan miles de millones al estado español, para nada

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