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Álvaro Ínsua: víctima de investigaciones antropológicas por norteamericanos en Cuba

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Álvaro Ínsua: víctima de investigaciones antropológicas por norteamericanos en Cuba

En el tercer aniversario de su fallecimiento

Álvaro Daniel Ínsua

Álvaro fue uno de los miles de cubanos hecho prisionero “preventivamente” en el recién-confiscado Teatro Blanquita, en Marianao. (Foto: Cortesía del Autor)

Introducción

Este escrito honrando la memoria del amigo Álvaro Daniel Ínsua Torres (1935-2019) es actualizado por el propio autor de la versión que apareció aquí en el Periódico Cubano el 20 de febrero, 2021. El autor agradece a la familia Ínsua, así como a Ileana Fuentes, Radamés Suárez y Steven Dike, la colaboración con este y otros trabajos (en inglés y español) sobre temas similares.

Trasfondo Biográfico

Álvaro se graduó con una licenciatura en estadísticas en la Universidad de La Habana. En 1956 se casó con Greta González, naciendo al año siguiente su único hijo, Manolo, quien luego en el exilio devino en mi amigo también. Precisamente, Manolo falleció inesperadamente también en Miami el pasado 11 de septiembre 2021, dejando a su madre prácticamente sola. Manolo también me contó sus propios recuerdos de las peripecias que la familia atravesó en la Cuba Socialista.

Conexión con Oscar Lewis

A pesar de sus objeciones al régimen, Álvaro había logrado una posición como investigador en estadísticas en la Academia de Ciencias. Una tarde en 1969 conoció allí al afamado antropólogo estadounidense Oscar Lewis, de visita, quien había ido a Cuba acompañado con su colega, Douglas Butterworth. Con el beneplácito de las más altas autoridades gubernamentales, incluso de Fidel Castro mismo, los antropólogos tenían el propósito de llevar a cabo investigaciones etnográfico-socioculturales entre los exresidentes de barrios marginales (“favelas”) habaneras que habían sido relocalizados en las afueras de la urbe capitalina.

Lewis era mejor conocido por su debatida teoría de la Cultura de la Pobreza [C-P], basada en investigaciones entre mexicanos y puertorriqueños de bajos recursos económicos. Una de las metas principales del proyecto en Cuba era someter a prueba un corolario de la C-P: que dicho fenómeno sociocultural-económico “sólo podía existir en países capitalistas.” Influenciado por el marxismo –-por propia confesión– Lewis estimaba que la C-P no podía desarrollarse en economías “socialistas” (o comunistas).

Aunque la pobreza es definida en términos relativos, la C-P es conceptualizada con una serie de valores y comportamientos interrelacionados, por ej., baja ética de trabajo y de conciencia social, alcoholismo, fatalismo, temor de las autoridades, abuso de las parejas, homofobia/machismo/sexismo, y sobre todo gratificación instantánea y poca visión del futuro. Ese síndrome socio-patológico es considerado un obstáculo primordial para alcanzar movilidad social hacia la clase media. No todos los pobres desarrollan una C-P, pero el ser pobre se considera una condición necesaria.

Irónicamente, las entrevistas a la población cubana más vulnerable revelaron, no solo disidencia antigubernamental, sino especialmente la presencia de una obvia C-P. Así lo explicó mejor luego Butterworth en su propio libro: The People of Buena Ventura (1980). Peor aún, esa C-P no parecía ser un legado negativo del ancien régime; por el contrario, lucía ser un fenómeno que se desarrolló a partir del régimen castrista en 1959.

Álvaro y Greta colaboraron voluntariamente con el proyecto de Lewis y Butterworth. Pero, resulta que –tal como ha sido bien documentado después– el gobierno espiaba todos los aspectos del proyecto, y las autoridades lo cancelaron súbitamente al año siguiente. Además, se incautaron documentos y caros equipos y automóviles importados, y los investigadores extranjeros fueron expulsados del país y acusados de “espiar para el imperialismo”.

Mientras tanto, Álvaro fue tomado prisionero, cáusticamente, el 4 de julio de 1970, debido a su inocente colaboración con los estadounidenses. Peor aún: No he encontrado récord alguno de ninguna personalidad, u organización intelectual en el extranjero, que protestara a su favor. Al ser excarcelado seis largos años después, Álvaro se comunicó conmigo gracias a la mediación de la ataché cultural norteamericana en La Habana, Barbara Hutchinson que –coincidentemente– me había conocido en República Dominicana cuando realizaba yo allí mis propias pesquisas antropológicas para la Universidad de Pittsburgh a finales de los años 70.

Desafortunadamente, Lewis falleció al regresar a EEUU. Años más tarde, su viuda Ruth (quien no era antropóloga profesional), junto con su amiga, Susan Rigdon (politóloga, tampoco antropóloga), publicaron tres libros basados en el escaso material que Lewis había logrado sacar de Cuba previo a la expulsión, por cierto, particularmente con la ayuda de la embajada israelí. La trilogía fue titulada, paradójicamente, LIVING THE REVOLUTION (Viviendo la Revolución [1977-78]), aunque, curiosamente, solo el primer volumen fue publicado en español [México, 1980].

Exilio y Final

En abril de 1980 los Ínsua lograron exiliarse, primero en Miami, y después –por otra coincidencia de la vida– en Nueva Jersey, donde les di la bienvenida personalmente. Cuatro años más tarde se regresaron a Miami cuando Álvaro fue contratado, también recomendado por este autor, como corresponsal principal de Radio Martí, de la cual se jubiló en 2011, falleciendo allí el 13 de enero de 2019.

Debo añadir que más recientemente la antes mencionada escritora Rigdon se ha dedicado a debatirme en medios de comunicación de la profesión antropológica (aunque a la cual ella no pertenece), tratando de negar ciertos aspectos de la odisea de los Ínsua, incluso cuestionando su encarcelamiento y hasta, ridículamente, como él me contactó inicialmente desde Cuba. Así es el mundo académico contemporáneo, en donde se tiende a reescribir la historia a favor de las tiranías, aunque paradójicamente, a nombre de una supuesta defensa de la “gente pobre y oprimida”.

Contrario a lo que pretende esconder Rigdon, Álvaro Ínsua sí fue una víctima indiscutible de la investigación antropológica por estadounidenses pro-marxistas en el gulag tropical de la Cuba de la familia dinástica de los Castro. Descanse en paz el amigo que se fue hace tres años, aunque su legado vive.

 

Artículo de opinión publicado bajo la política de Renuncia de Responsabilidad de Periódico Cubano

3 Comments

3 Comments

  1. Cesar Gimenez

    13 enero, 2022 - 7:18 PM at 7:18 PM

    Sin lugar a duda Alvaro Ínsua fue una víctima perseguida por el gobierno comunista de Cuba

  2. Vicente Medina

    13 enero, 2022 - 2:01 PM at 2:01 PM

    En este artículo y otros tantos Rolando Alum ha presentado evidencia sólida de que Álvaro Insua fue otro de las innumerable víctimas de la tiranía castrista. El propio Oscar Lewis también lo fue cuando sus ideas no corroboraron la narrative oficial. El contrapunteo Alum/Rigdon demuestra el doble rasero que los apologetas del castrismo, lo mismo en Cuba que internacionalmente, utilizan para tratar de desvirtuar argumentos sólidos utilizando ataques personales contra los críticos de la tiranía o distrayendo a la audiencia. Ambas formas de razonar son falaces porque ignoran la evidencia y se concentran en el interlocutor.

  3. Nelson Dopico

    13 enero, 2022 - 1:11 PM at 1:11 PM

    I love the factual breakdown of the presentation and the point-by-point analysis of the sequence of events. Very professionally rendered. Another Cuban that suffered years of incarceration for no valid reason.

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