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Castro dejó a merced de la radiación de Chernóbil a miles de estudiantes cubanos

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Castro dejó a merced de la radiación de Chernóbil a miles de estudiantes cubanos

En ese momento de la explosión nuclear, cerca de 10 mil cubanos se encontraban en la ex URSS, en su mayoría jóvenes entre los 18 y 30 años, algunos de ellos en las regiones afectadas

Uno de los capítulos más lamentables de la historia en el mundo es lo ocurrido el Chernóbil, Ucrania, el 26 de abril de 1986, cuando el cuarto reactor de la central nuclear Vladimir Ilich Lenin explotó y causó una nube radiactiva que recorrió el occidente de la ex Unión Soviética, hasta Europa central y otros países nórdicos.

En ese momento, cerca de 10 mil cubanos se encontraban en ese país, en su mayoría jóvenes entre los 18 y 30 años, algunos de ellos en las regiones afectadas por la radiación.

Sin embargo, el régimen encabezado por Fidel Castro optó por abandonar cualquier medida preventiva de evacuación, obligando a los estudiantes a permanecer en sus puestos, como un gesto de “amistad inquebrantable con el pueblo soviético”.

El teniente coronel Rubio, jefe de la misión en Kiev, capital de la antigua república soviética de Ucrania, capacitaba a 30 cadetes del curso preparatorio del idioma ruso del Instituto de Ingenieros de Aviación Civil de Kiev, le informó del accidente, y que no había mayores problemas, por lo que el curso seguiría de forma normal.

Javier Nuez, quien ese entonces contaba con 18 años, recuerda que esa fue su primera referencia del accidente nuclear. Él llegó a la capital ucraniana en el verano de 1985, para estudiar el idioma antes de ingresar al curso de técnico de vuelo de helicóptero de combate MI-8.

Pasados los dos, las autoridades cubanas convocaron a una reunión general de estudiantes, de los que se contaban entre 500 y 600, entre los que cursaban la preparatoria y el quinto años.

Sin mayores explicaciones, recuerda Javier Nuez, la reunión solo fue un acto de reafirmación política donde se resaltó la hermandad entre los pueblos de Cuba y la URRS.

“Leyeron una carta que decía que esta era la hora de demostrar la solidaridad con los soviéticos, estar al lado de ellos, y que por ese motivo los cubanos permanecerían allí, cuenta Nuez.

“Pero en las calles sí se notaba que pasaba algo, las personas dejaban la ciudad, los otros estudiantes latinoamericanos, árabes y africanos ya no estaban más en la escuela, nos quedamos solos en el albergue”, dijo.

Para entonces, la radiación ya era captada por sensores suecos, a 1,200 km del lugar de la explosión, lo que puso en alerta a la comunidad internacional.

Los cubanos que se quedaron en el instituto realizaban donaciones de sangre e incluso hubo una donación de médula ósea.

Por su parte, Ramón Navarro se encontraba en Odesa, cuando ocurrió el accidente, estaba por terminar la carrera de ingeniería en Sistemas Automatizados en una academia militar de comunicaciones y radares de esa ciudad. Antes de regresar a Cuba, a su grupo lo concentraron en un lugar que no logra precisar.

Lo que sí recuerda es la advertencia hecha por los superiores ese día: “esta terminantemente prohibido donar sangre y tener hijos dentro de cinco años”.

“Arribe a Cuba con una enfermedad rara en la piel y llegue a relacionarlo con la radiación, pero después me curé y concluí que no era esa la causa”, dijo Navarro.

Dos meses después del accidente, llegaron a Cuba de vacaciones la mitad del contingente de becarios cubanos en la URSS, la mayoría no tenía idea de la magnitud de lo que había pasado.

Se percataron de ella cuando el barco en el que viajaban, que atracó en La Habana, las autoridades llamaron a los que estuvieron en Ucrania y Bielorrusia, las ciudades más afectadas, para advertirles que después de ir a sus casas, tendría que hacerse análisis.

A pesar de no tener conocimientos de los verdaderos riesgos que corrían sus ciudadanos, el gobierno de Cuba no interrumpió los programas educativos en la ex URSS, y en el verano siguiente, dos meses después del derrame nuclear, envió nuevamente otro contingente de estudiantes a las ciudades de Ucrania, Bielorrusia y Rusia, donde se encontraba el 71% de la contaminación.

 

Con información de Cibercuba

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