Cubana cuenta su tragedia en la selva panameña: “A mi madre se la tragó el Darién”

En los últimos dos años desde que el ex presidente de EEUU, Barack Obama, derogó la ley de pies secos/ pies mojados miles de cubanos han optado por la ruta más larga, esa que siguen otros emigrantes latinos, para llegar a la frontera sur de EEUU con México.

La travesía incluye viajar a los países de América Latina que no piden visas a los cubanos y de allí emprender el largo camino hacia el norte. En esa situación esta una cubana, Bárbara Enríques, quien fue entrevistada por la cadena Radio Martí y confirmó que su madre Eneida Milián, de 81 años, se la tragó el Darién.

La histórica Región del Darién, también conocida como el Tapón del Darién, abarca la provincia panameña del Darién, las comarcas indígenas de Guna Yala, Madugandí, Wargandí, Emberá-Wounaan.

Es es un área selvática y pantanosa que ha funcionado históricamente como una barrera natural a la comunicación por carretera entre ambos subcontinentes. No existe en la actualidad vías terrestres de transporte que atraviesen la zona (principalmente por ser la parte donde se interrumpe la Carretera Panamericana, que conecta la mayor parte de los países del continente americano), por lo que es una zona preferida por los coyotes que trafican personas para efectuar el paso hacia Panamá desde Colombia.

Enríques, cuenta que: “Salimos el 6 de abril de Capurganá, Colombia, con la idea de llegar a Puerto Obaldía, Panamá, y de ahí salir por mar o por aire hacia Ciudad de Panamá, pero no sabíamos que el acceso a esa localidad estaba cerrado”

“Más que madre fue mi amiga, mi todo”, dice entre lágrimas la mujer que también explica como hizo el viaje con casi toda su familia. Sus hijos Reynel Quintana, de 31 años; Ronny Quintana, de 25; Adriel Martínez, de 11 años; su nieto Reynel Quintana González, de 7 años; su nieta Melany Quintana González, de 5 años; sus nueras Yunaisy González Clark, de 27 años, y Solach Roche, de 26 años; y su esposo Ariel Martínez, de 47 años. Todos se enfrentaron al desafío de la selva panameña y hoy se encuentran en un motel de Costa Rica en espera de su situación migratoria.

“Entre los cubanos le decían la campeona porque pese a sus 81 años estaba en plena forma física. Siempre marchaba a la cabeza del grupo, era la primera, marcando el paso. En toda la travesía no recibió ni un arañazo”, recuerda su hija.

Sobre el paso por la frontera colombo-panameña dice: “Yo dije: mátenos, denos tres tiros, porque mandarnos a la selva es mandarnos a una muerte segura”, contó Bárbara, que hoy confiesa que de haber conocido que el paso a Obaldía estaba cerrado hubiera regresado a Colombia.

El más pequeño del grupo también sufrió problemas de salud:  “Mi nieto de 7 años llegó desvanecido. Gracias al médico de la comuna, que por cierto estudió en Cuba y lo atendió enseguida con sueros y medicamentos, salvó la vida”.

“Recuerdo que poco antes de las cinco de la mañana salí a orinar. Regresé y no había cerrado los ojos cuando escuché un ruido estremecedor, como un tren que se nos venía encima”.

La casa de campaña comenzó a dar vueltas, agua por doquier. “En cuatro patas agarré a mi hijo. Mi esposo logró romper los horcones que sostenían la cabaña, sacamos los brazos y nos agarramos a los gajos y los troncos en la orilla”. Lograron incorporarse y llegar a un alto. Bárbara gritaba, “mami, mami. ¿Rodney, dónde está mami? El joven respondía, “no la encuentro”.

Así falleció la anciana en medio de la selva panameña en su intento por llegar a EEUU.  Ahora la familia intenta reponerse ante el duro golpe y en Costa Rica sobreviven con la ayuda de amistades y familiares en EEUU. Pero los recursos no son suficientes para seguir camino a Nicaragua. El plan inmediato del grupo es solicitar refugio político al gobierno tico.

Con información de Martí Noticias