OBITUARIO
De una mafia a otra (Parte I)
Giselle no quería “enamorar” a un extranjero para que la sacara de la isla: debía ser un negocio

“Yo nunca me imaginé vendiendo mi cuerpo; me daba asco.” (FOTO REFERENCIAL)
La travesía hacia la libertad que vivió Giselle a sus 31 años casi le cuesta la vida.
En julio del 2017, Giselle ya tenía todos los documentos listos para viajar de La Habana a Cancún, México. El plan le tomó más de un año: vender su cuerpo en el malecón habanero y casarse con un hombre mexicano. «Estaba como loca. En mi trabajo como enfermera no ganaba ni para comprar mis íntimas; y yo quería ser alguien, tener un futuro.» Frustrada y con esperanzas de una vida mejor, comienza su historia.
Todos los cubanos hemos experimentado, en nuestra propia piel o de forma muy cercana, la sed de una vida sin opresión. Giselle, graduada de enfermería y dispuesta a huir del sistema cubano, no era la excepción. «Lo más difícil fue ser jinetera. Yo nunca me imaginé vendiendo mi cuerpo; me daba asco. Cada vez que tenía que hacerlo cerraba los ojos y me imaginaba que estaba en otro lugar. Era la única forma. Me hacían falta los dólares para salir legalmente del país y casarme. Pero me daba tanto asco…»
Su cara de repulsión lo dice todo. Llevando sus manos a la frente, desviando la mirada y con lágrimas en los ojos cuenta esta parte de su plan para abandonar Cuba.
Giselle no quería «enamorar» a un extranjero para que la sacara de la isla: debía ser un negocio. «Bastante sufrimiento me costo ese dinero. Yo quería pagar por un matrimonio para que ya no me tocaran ni un pelo de la cabeza. Enseguida que conocí al hombre con que me case se lo deje bien clarito. A mi me hacían falta los papeles y ya.»
Con un plan fríamente elaborado y desglosado en su mente hasta el más mínimo, detalle Giselle logró abandonar su patria, una mañana de junio del 2017. Jamás se había «montado» en un avión, pero dentro de ella sentía que eran las alas con las que siempre debió nacer. «Claro que sentía miedo… bastante… Pero no tanto del avión, tu sabes; miedo me daba que me fueran a parar en el José Martí o en Cancún! Aunque estaba viajando con todos los papeles en regla, me perseguía ese…ese sentimiento de que alguien te esta mirando, tu sabes… Yo pensaba que en el avión conmigo a lo mejor había alguien de la seguridad del estado, un chivaton… mira más fácil…alguien del CDR o mi jefe de guardia en el hospital.»
Lo que no esperaba Giselle era su encuentro con una mafia, casi tan organizada y peligrosa, como la del gobierno de Cuba.

Gordon
13 julio, 2019 at 12:48 am
Haci que queria mas de lo que la madre patria le ofrecía! Le digo esta nueva generación es la mas ignorante que yo he conocido en esto 100 años. Y bueno ahora de que se queja ella? Que sufre callada como los valiente y deje el llanto.