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En este Maleconazo no apareció ni Raúl ni Díaz-Canel

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En este Maleconazo no apareció ni Raúl ni Díaz-Canel

Los manifestantes utilizaron consignas como “Patria y Vida” para demostrar su descontento a la gestión gubernamental

Los cubanos se cansaron de tanta represión, mentiras y vicisitudes de la vida diaria a los cuales los ha conducido el gobierno comunista que dirige la Isla hace más de 62 años, y salieron a las calles a expresar su descontento.

Como en 1994 se produjo otro Maleconazo, pero está vez no pareció ni Fidel Castro, obviamente el fallecido no iba a salir de su tumba en Santiago de Cuba, ni Miguel Díaz-Canel, el mandatario designado por Raúl Castro para que ostentara el poder ejecutivo y la dirigencia del Partido Comunista.

En este Maleconazo, que se extendió por buena parte de Cuba pues las redes sociales registran protestas en Holguín, Santa Clara, Palma Soriano, Santiago de Cuba, Cienfuegos y varios municipios de La Habana, los manifestantes no fueron aplacados con la palabra sino con golpes y represión, misma que había sido ordenada unas horas antes por el propio Díaz-Canel quien expresó: “la orden está dada, los revolucionarios a la calle”.

El llamado a la guerra civil, al enfrentamiento pueblo a pueblo, es la única opción que ve el ingeniero electrónico de 60 años al cual no lo avala haber participado en la Sierra Maestra, tal como lo hicieron los “dirigentes históricos”, que al menos en apariencia si eran respetados por buena parte del pueblo.

La masiva protesta de los habaneros clamaba varias consignas como “Patria y Vida” y “Libertad”, pero sin dudas la más clara que demuestra el rechazo ante la gestión del nacido en Santa Clara es “Díaz-Canel, Singao”.

Los medios oficialistas han anunciado en la noche del domingo que Díaz-Canel hablará al país el lunes 12 de julio, los cubanos se preguntan se lo hará acompañado de Raúl Castro para tratar de apaciguar las protestas. Sin embargo, el clamor popular parece ir más allá de la figura de un hombre y va contra un sistema, el de los comunistas cubanos, que ha demostrado -al igual que en el resto del mundo- su incapacidad para funcionar.

Tal como diría el primer ministro británico Winston Churchill, “el socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.

Esa miseria igualmente repartida entre el pueblo, pero no en la casta dirigente que se pasea en Mercedes Benz o come un suculento almuerzo con langosta, se ha acentuado en los últimos meses en Cuba y ha sido la responsable del estallido social más grande y generalizado que haya tenido lugar en el país durante los últimos 62 años.

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