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Entrevista con el artista Julio Llopiz-Casal: en Cuba «por la libertad se sangra»

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Entrevista con el artista Julio Llopiz-Casal: en Cuba «por la libertad se sangra»

«No hay día en que no piense en todas esas personas que el Estado Cubano tritura de modo abusivo y cobarde»

Artista cubano Julio Llopiz-Casal 11J

Julio Llopiz-Casal ha visto de cerca cómo es realmente el Gobierno cubano y qué consecuencias trae hacerle frente. (Foto: Cortesía de Julio Llopiz-Casal)

El artista cubano Julio Llopiz-Casal, una de las voces que se ha alzado en contra de la dictadura castrista dentro de Cuba, ofreció sus declaraciones a nuestro medio a propósito del primer aniversario de las protestas antigubernamentales del 11J.

El histórico estallido social atravesó todos los ámbitos de la vida cotidiana en la Isla, no solo porque en las calles se unieron personas de distintas adscripciones de género, raza, religión, clase e ideología política; sino porque los problemas que aquejan a la ciudadanía cubana son tanto políticos, como económicos, sociales y culturales.

Por eso, entre la diversidad de manifestantes del 11J también había artistas. Algunos de ellos protagonizaron uno de los momentos más significativos de las protestas al dirigirse al ICRT, un hecho que se viralizó en redes sociales por la brutal represión que sufrieron quienes solo buscaban establecer un diálogo para que sus demandas pudieran ser escuchadas tras décadas de censura.

No resulta extraño que este haya sido uno de los sectores con presencia en el levantamiento social, pues los artistas siempre han sido un eje importante en la oposición, en la crítica social; en fecha reciente destacan los casos del MSI y el 27N.

Sobre este tema, comentó Julio Llopiz-Casal a nuestra redacción.

¿Cuál considera que es el aporte de los artistas cubanos dentro y fuera del país en la lucha por una Cuba libre?

Si bien el campo artístico desde los primeros días de 1959 ha estado muy controlado por el poder, también históricamente ha sido usado como válvula de escape. En muchos momentos, a lo largo de estos últimos 63 años, el gobierno ha preferido lidiar con el costo político de «permitir» algunas libertades expresivas a la comunidad artística, antes que socializarlas para el resto de la ciudadanía.

Estudiando arte o abriéndose paso en ese mundo de manera autodidacta, es posible familiarizarse pronto con palabras como currículum, scholarship, taxes, marketing o grant (las digo en inglés por una cuestión práctica, pero me refiero al sentido y no a la manera de enunciarlas).

También, de modo general, es posible en la comunidad artística interactuar con términos como «sociedad civil», «parlamento» o «derechos humanos». Esto no es una afirmación absoluta, pero no es descabellado decir que en Cuba una persona proveniente del mundo del arte tiende a estar más familiarizado con la jerga de las democracias que el cubano común.

Ser artista en Cuba, o artista cubano en el exilio, no es sinónimo de disidente o de persona activa en la oposición; pero ser artista da acceso a herramientas expresivas y conocimientos que en Cuba no están al alcance de cualquiera. «Aportar» a la lucha por los derechos y la democracia sería otro paso que no todos los artistas dan, pero obviamente hay una condición de antemano que podría marcar la diferencia.

Muchos de los artistas que participaron o intentaron participar en el 11J fueron arrestados; algunos de ellos continúan hoy, un año después, injustamente tras las rejas. ¿Cómo ha impactado esta situación en la comunidad de artistas cubanos tanto dentro del país como en el exilio?

Yo puedo hablar con propiedad sobre los artistas que conozco y con los que tengo relación; pero también me puedo atrever a opinar en general.

Creo que los artistas que salieron ese día a manifestarse son, en general, de los que no tienen relaciones de conveniencia con el poder ni grandes intereses financieros.

Por otro lado, he sido testigo de la ola migratoria de los últimos cuatro años: todo el que tuvo la posibilidad, y se había cansado, decepcionado o había encontrado manera de proteger sus intereses fuera de Cuba (aunque pensara que de manera temporal), se fue.

En ese sentido, los artistas que tomaron las calles el 11J no lo hicieron por motivos diferentes a los de los cubanos de a pie; simplemente dieron un salto de fe muy emotivo, y desgraciadamente chocaron contra un muro.

Los que quedan en prisión están ahí por no ser demasiado visibles, por ser negros o de las provincias del interior, como los raperos Randy Arteaga (Villa Clara) o Rolando Sardiñas el Koka (Matanzas). O por ser, al contrario, demasiado visibles e influyentes (y negros), como Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo. El racismo estructural del sistema penal y el gobierno cubano es un aliado fundamental del modo arbitrario y abusivo en que opera la Ley en Cuba.

La dictadura cubana redobló su represión tras las protestas del 11J, ¿qué nuevos riesgos ha implicado esto para el arte crítico e independiente en Cuba?

Desde siempre, ser un artista contestatario en Cuba ha significado ser potencialmente un delincuente o un proscrito. Si tu obra es demasiado confrontativa con el gobierno, correrás el mismo riesgo que Juan Sí González, Ángel Delgado, Amaury de OMNI, Luis Manuel Otero o Tania Bruguera… terminarás en la cárcel y reprimido brutalmente por la Seguridad del Estado.

Si tu obra es «incómoda», el poder tiene mecanismos muy sofisticados y gansteriles para censurarte. He vivido casos en que un funcionario da la orden de censurar a un director de centro de arte y lo obliga a que le diga una mentira al artista, para que parezca que el motivo es otro para que no participe en determinada exposición. Y hay mecanismos todavía más complejos que son casi imposibles de desentrañar, pero que la intuición puede identificar.

En este sentido, el 11J es el clímax, pero los peligros para el arte crítico e independiente en Cuba ahora mismo tienen que ver con los decretos 349, 370 y 35. Estos son dispositivos legales que se pueden usar para penalizar la libertad expresiva de artistas y ciudadanos comunes con un abanico de posibilidades impresionante.

El impacto del 11J solamente agrava esto. Cuando un artista, o un periodista independiente o un activista, son amenazados en un interrogatorio, la amenaza no sucede en abstracto, sino echando mano de estos decretos. Como el poder tiene más miedo que nunca a perder el control, las amenazas a quienes disienten son más fuertes.

De manera general, y desde tu punto de vista como artista cubano, ¿qué repercusiones crees que han tenido, y tendrán, los sucesos del 11J en el ámbito de la cultura cubana?

El 11J ha puesto un spotlight de máxima intensidad sobre la dictadura cubana. Eso los pone más a la defensiva de lo normal, y eso acaba repercutiendo negativamente en todos los aspectos de la vida cotidiana, donde la cultura no es una excepción.

La mala noticia es que dentro de la cultura oficial el espacio para lo auténtico será cada vez menor y para la mediocridad será cada vez mayor. Pero la buena noticia es que los actores culturales dentro y fuera de Cuba tienen cada vez más motivos para articularse de modo independiente y al margen de las instituciones, y esa es la única manera de salvar y proteger la cultura cubana.

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