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Manuel Milanés explica la verdadera intención de Trump al decretar aranceles

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Manuel Milanés explica la verdadera intención de Trump al decretar aranceles

Milanés describe los aranceles como una “jugada política”, más que una medida económica estricta

Manuel Milanés explica la verdadera intención de Trump al decretar aranceles

Para el economista cubano, los aranceles no son una política económica en sí, sino una “jugada política”. (Captura de pantalla © Manuel Milanés – YouTube)

Manuel Milanés, economista cubano, ofrece una crítica detallada sobre la política de aranceles implementada por Donald Trump, destacando no solo su impacto económico, sino también sus motivaciones políticas. Milanés interpreta los aranceles como una estrategia negociadora más que como una simple medida económica.

Trump impuso aranceles a productos importados con el objetivo de reducir el déficit comercial de Estados Unidos, es decir, la diferencia entre lo que el país compra y lo que vende. Este desequilibrio, según el fundador del Consejo para la Guerra Anticomunista (CPGA), genera un impacto negativo a largo plazo, pues favorece el consumo sobre la producción local, desincentivando la creación de empleos.

A largo plazo, esto disminuye la competitividad de las industrias estadounidenses, que se ven obligadas a trasladar su producción a países con costos laborales más bajos y regulaciones menos estrictas.

Milanés considera que esta situación ha sido alimentada por políticas públicas que, aunque bien intencionadas, han terminado favoreciendo la deslocalización industrial. En este contexto, los aranceles de Trump tienen como fin corregir esta balanza negativa y fortalecer la producción nacional. Al imponer impuestos a los productos importados, se busca hacer que los productos locales sean más competitivos, protegiendo las industrias estadounidenses de la competencia extranjera.

Para el economista cubano, los aranceles no son una política económica per se, sino una “jugada política”. Los utiliza como una herramienta de presión para forzar a otros países, especialmente aquellos con los que EEUU mantiene un déficit comercial, a revisar sus prácticas comerciales y aceptar términos más favorables. De esta forma, Trump está negociando con el resto del mundo, utilizando los aranceles como una táctica para ajustar las relaciones económicas internacionales.

Una de las principales preocupaciones del economista es el impacto inmediato que los aranceles tendrán sobre los consumidores estadounidenses. El aumento de los costos de los productos importados generará una presión inflacionaria, haciendo que los precios suban. Sin embargo, Milanés considera que este es un efecto temporal. A largo plazo, confía en que la producción nacional aumentará, ya que los consumidores, enfrentando precios más altos por los productos extranjeros, se verán inclinados a comprar productos locales, lo que revitalizará la economía interna.

El activista anticomunista también apunta que, para que los aranceles tengan éxito a largo plazo, Trump debe abordar los problemas estructurales dentro de EEUU. La alta regulación laboral y ambiental ha sido un factor clave en la deslocalización de fábricas. Si se reducen estos costos y se facilita la producción interna, las empresas estadounidenses podrán competir más eficazmente con las de países con costos más bajos.

El economista cubano también señala la dimensión geopolítica de los aranceles. Los considera una herramienta de presión en las negociaciones internacionales, especialmente con países como China, Europa y otros aliados comerciales.

Según Milanés, la ausencia de aranceles hacia países como Rusia o Cuba demuestra que Trump está utilizando los aranceles como un medio para negociar, no como una declaración de guerra económica. En el caso de China, por ejemplo, los aranceles están dirigidos a equilibrar las relaciones comerciales, especialmente en sectores estratégicos como los semiconductores y las tierras raras, vitales para la tecnología estadounidense.

Por último, aunque reconoce que los aranceles sostenidos en el tiempo pueden tener efectos positivos en la producción y el empleo, advierte que los beneficios serán efímeros si no se resuelven los problemas estructurales internos. Para él, la clave radica en reducir las barreras internas a la producción, como las regulaciones laborales y ambientales, que han dificultado el retorno de las fábricas a EEUU.

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