Cuba mantiene que el atacante de su embajada en Washington no sufre problemas mentales

A través de sus medios oficiales, el gobierno de Cuba cuestionó nuevamente la enfermedad mental de Alexander Alazo, el hombre que abrió fuego la semana pasada contra su embajada en Washington D.C y del que se conoce padece esquizofrenia.

Las autoridades de Washington decretaron que Alazo padece un trastorno mental con tratamiento médico reconocido por su esposa, quien reveló posteriormente que las “voces”en la cabeza de su marido lo hicieron disparar contra la sede diplomática.

Pero un artículo publicado en días recientes por el oficialista Granma, órgano de prensa del Partido Comunista de Cuba (PCC), calificó a Alazo como un “loco muy lúcido”, que fue capaz de “planear, organizar y actuar con bastante coherencia, preparación y cautela” contra la sede cubana en EEUU.

A pesar de la “preparación”, Alazo acudió al edificio en un horario en que se encontraba vacío y, sin herir a nadie, arremetió únicamente contra los símbolos del Estados cubano, algo que se explica con el delirio de persecución que padecía desde que logró salir de la Isla.

Granma repitió alegaciones anteriormente hechas por el embajador de Cuba en EEUU, José Ramón Cabañas, como que el “perturbado mental”, fue capaz de conducir armado y con municiones y abrir fuego contra la embajada.

“Es difícil pensar que toda la información sobre el caso se filtró desde los primeros minutos producto del descuido o la casualidad”, expresa el artículo basado en las declaraciones de Cabañas.

El diplomático indicó que “solo se filtra lo que funcionarios” de EEUU “así desean que se filtre”, declaración que da una buena idea de cómo trabaja el gobierno de Cuba y por qué pensarían que en otros países funciona igual.

“Hacernos creer que fue obra de un lunático perturbado en la noche, alguien que quiso construir su propio aquelarre de dolor y muerte”, agrega sobre el ataque.

Desde que se dio a conocer el ataque a la sede diplomática, las autoridades cubanas no han dejado de insistir en que se trató de un “acto terrorista”, a pesar de que no hubo muertos ni heridos.

Durante el ataque perpetrado el pasado 30 de abril, Alazo no solo acudió en una “hora muerta”, sino que se enfocó en atacar los símbolos cubanos del recinto, como la bandera, la fachada y la estatua de José Martí, cuya imagen es utilizada constantemente por el régimen de la Isla.