Niños cubanos venden alcatraces desollados para sobrevivir en Caibarién

Dos hermanos, menores de edad, venden alcatraces desollados para sobrevivir ante la difícil situación que enfrenta su familia, residente en el municipio Caibarién, en la provincia Villa Clara.

“A 70 cada uno”, dijo Josué, de 10 años, a Diario de Cuba cuando le preguntó por los animales que cargaba en un cubo, en el timón de su bicicleta. “Los pesca mi hermano, los desollamos los dos, y yo los reparto en el barrio”. La escasez de alimentos que reina en la Isla les garantiza tener clientela siempre, por lo que a su paso varias personas lo esperan.

“Se lo advertí a todo el mundo aquí. Voy a ver al de menores. Los va a coger la granja de reeducación. Y luego, ya saben”, afirmó al citado medio de prensa, Adela Hernández, primera transexual delegada a la Asamblea Municipal de un pueblo en el país.

El otro hermano se llama Emilio y tiene 15 años; dejó la secundaria básica para dedicarse a “luchar el baro”. Josué, por otra parte, fue citado junto a su madre por la dirección del Concentrado de Primaria “Alberto Pis” “para ver qué va a hacer el alumno” pues “ha faltado a más clases de las que ha asistido”.

La escuela donde está matriculado está en derrumbe y el aula de cuarto grado, donde está el niño, aún no encuentra local para mudarse, por lo que los estudiantes “andan a la bartola”, según explicó la madre del menor.

A Emilio nadie de la Secundaria Básica “Julio Antonio Mella” ha ido a buscarlo, pero debe perder el curso. “Los profes están acabando con la quinta y con los mangos”, agregó la mujer sin ahondar más.

Los niños probablemente no sea conscientes de lo que implica abandonar los estudios e infringir la Ley de Pesca, que sanciona con multas y el decomiso de los medios, así como de la pesca del día.

“¿Y de qué vamos a vivir?”, refiere Emilio. “Mi papá se fue con una querindanga y mi mamá no pincha”. Por su parte, Josué pregunta al periodista: “¿Tú fuiste quien quería una corúa ayer? Porque hoy no picaron. Dos alcatraces y más ná. Ni un ‘rabihorcao’ cagao”.

El reportero les alerta sobre riesgos de ingerir esas aves pues pueden llegar a ser tóxicas. “Es que tú no sabes hacerlo”, le responden. “Se hierven, con azúcar prieta y hojas de guayaba. Botas el agua tres veces y así no saben tan mal. ¿Tú has comido jutía de los cayos? En Conuco las hay. Pero son ‘juyuyas’… hemos cogido iguanas allí. Riquísimas”.