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Periódico Cubano

Inmigrantes dudan que norteamericanos acepten trabajar en condiciones infrahumanas

ESTADOS UNIDOS

Inmigrantes dudan que norteamericanos acepten trabajar en condiciones infrahumanas

Se estima que si se deportara a la población de trabajadores indocumentados el país perdería 164.000 millones en producto interior bruto (PIB) durante la próxima década

Sin los inmigrantes indocumentados el sector agrícola de Estados Unidos entraría en crisis. Noches y madrugadas son su estilo de trabajo. Las madrugadas para llegar a las cosechas, las noches para regresar por fin a un breve descanso. Todo por sus sueños y un plato de comida.

Jairo Vega eligió Florida para trabajar. Es uno de los millones de inmigrantes indocumentados que están siempre en el candelero, en los titulares, en las redadas, sin embargo, él integra la fuerza laboral agrícola del país más poderoso del mundo. Un país que los necesita, pero que a la vez los rechaza.

La Cámara baja de Florida, de mayoría republicana, aprobó un proyecto que prohíbe las ciudades «santuario». De aprobarse en el senado, esta jurisdicción tendrá que cooperar con las agencias federales de Inmigración.

Aunque cruzar ilegalmente la frontera México-EEUU es la forma más frecuente de convertirse en indocumentado, desde que el presidente Donald Trump dirige el país más poderoso del mundo, el peligro de convertirse en deportado es exponencialmente más. La eliminación de la Acción Diferida para los Arribados en la Infancia (DACA) y del Estatus de Protección Temporal (TPS), podría dejar unos 800 indocumentados sin protección, paulatinamente gran parte de la mano de obra inmigrante protegida se hace más susceptible de ser deportada.

Los inmigrantes que llegan sin papeles o posibilidad de legalización no tienen en cuenta el sueño americano para emprender su búsqueda laboral. Siempre estarán en la penumbra de los campos y los complejos fabriles.

“Un plato de comida con carne o pollo y algo de dinero para enviar a su familia es suficiente para querer estar en este país”, dice Jairo Vega. Es todo lo que tiene que decir por el momento sobre el significado del «sueño americano».

Si los salvadoreños, haitianos y hondureños beneficiarios del Estatus de Protección Temporal fuesen eliminados de la fuerza laboral estadounidense, el país perdería 164.000 millones en producto interior bruto (PIB) durante la próxima década, según un estudio del Centro para Estudios de Migración.

Vega comenzó como trabajador agrícola recogiendo plantas ornamentales en una compañía en Homestead. La dueña vio su potencial para el trabajo en equipo y fue ascendido a supervisor. Jairo dice que con el poco español de la dueña y el poco inglés de él, logran entenderse.

El miedo es la principal compañía de los trabajadores agrícolas en Florida pues son susceptibles de ser deportados dado su estatus legal, sin embargo, son ellos quienes llevan la cesta de productos frescos que consumimos.

Vega trabaja hasta 11 horas al día bajo calor, frío o lluvia. Él es parte de ese ejército escondido de miles de indocumentados que acortan su madrugada para llegar temprano a las cosechas de Homes.

Se encargan de recoger las frutas y vegetales que llegan a los supermercados de todo el país y son la razón por la que la canasta familiar está más completa y cueste menos. Según cifras del Departamento del Trabajo, el 46% de los trabajadores agrícolas en Estados Unidos no tienen estatus legal.

“Siempre vengo a comprar productos frescos al Publix, pero nunca me había puesto a pensar en todo el trabajo que hay que hacer para lograr que las frutas y los vegetales lleguen a este destino”, dijo Martha Noa, afroamericana residente de North Miami. “Debe (…) ser muy duro y (…) haber mucho sentimiento de impotencia (…), la paga es tan mala y los derechos son tan pocos. (…) Cuando (…) tomas la decisión de irte a vivir a un país ilegalmente esos son los riesgos que se toman”, agregó.

Manuel Pérez -mexicano de 40 años y obrero de construcción- dijo que “de no ser por los inmigrantes indocumentados el costo de la mano de obra sería mucho más cara, (…) aquellos que se empeñan en querer sacarlos del camino tal vez los apreciarán más. “No sé si los americanos estarían dispuestos a hacer el trabajo que nuestra gente hace por un pago tan bajo y unas condiciones (…) infrahumanas. Si fueran los americanos los que tuvieran que trabajar en estas condiciones, habrían huelgas y los supermercados estarían careciendo (…) de frutas y vegetales”, agregó.

Por su parte James Baker, americano y obrero de construcción, dice sentirse cansado de que los inmigrantes ofrezcan su trabajo a un menor costo y le quiten su empleo. Los empleadores “prefieren contratar a indocumentados porque les pagan menos”.

Según Arturo López -Director Ejecutivo de Coalition of Florida Farmworkers Organization (COFFO)- los campesinos son muy maltratados, la paga es muy mala y tienen muy pocos beneficios. Y es que, como dijo César Chávez -activista y cofundador de Unión de Trabajadores Campesinos (UFW)- “Cada vez que nos sentamos a disfrutar las frutas, granos y verduras de nuestra buena tierra, recordemos que provienen de la labor de hombres, mujeres y niños que han sido explotados por generaciones.”

El 1 de septiembre pasado, al exponer su agenda migratoria, Trump dejó una pequeña duda en el aire. “La verdad es, que el asunto central no es el de las necesidades de 11 millones de inmigrantes ilegales, o cuantos quiera que sean”.

Cuando llegó el momento de pronunciar esas líneas, Trump no siguió el guión que llevaba escrito para decir “Honestamente, hemos estado oyendo ese número por años, siempre es 11 millones. Nuestro gobierno no tiene idea, podrían ser tres millones, podrían ser 30 millones. No tienen idea de cuál es el número”.

Sin embargo, tanto el gobierno federal como otras prestigiosas agencias de investigación han confirmado aproximados de esta cifra en los últimos años.

Recientemente Donald Trump se refirió a países como Haití o el Salvador como «agujeros de mierda», en un contexto donde lo que estaba sobre la mesa era el análisis del estatus legal de una inmigración que es también la fuerza pujante del sector agrícola.

“La lenta recuperación de la economía de Estados Unidos tras la gran recesión puede haber hecho a Estados Unidos menos atractivo para potenciales migrantes mexicanos”, indicó en un estudio el Pew Research Center en un estudio del año 2015. Ahora vienen menos, pero también el índice de desempleo se encuentra en niveles bajos.

Jairo no tiene otra opción que seguir en Homestead y formar parte del numeroso grupo de los más de 700.000 indocumentados que viven y trabajan en el estado de la Florida. Entre cultivos de frutas y vegetales, con la confianza de los suyos y lejos del radar implacable de las fuerzas federales que tienen la orden de atraparlos, procesarlos y deportarlos.

Con información de: diariolasamericas.com

 

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2 Comments

2 Comments

  1. Marisol

    15 enero, 2018 - 11:35 PM at 11:35 PM

    Dira trump ¡¡¡pues que no se coma tomate!!! Jajaja

  2. El chavo

    15 enero, 2018 - 3:15 PM at 3:15 PM

    Esto es cierto, sin estos trabajadores los norteamericanos van a tener que importar esos productos, lo use va a encarecer los productos a la mesa. La idea de deportarlos no es muy buena , porque en lo que consiguen “ trabajadores legales “ para hacer este trabajo , va a pasar un periodo de tiempo crítico.

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