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Díaz-Canel: el hombre que llamó a la guerra entre cubanos
Si algo define la vileza de su figura, es el llamado infame que hizo a la violencia fratricida durante las protestas del 11 de julio de 2021

Díaz-Canel no gobierna para los 11 millones de cubanos; lo hace para esa elite enquistada en el poder, que disfruta de privilegios inalcanzables para el pueblo. (Captura de pantalla @ Presidencia Cuba – YouTube)
Miguel Díaz-Canel pasará a la historia como el presidente títere de una dictadura moribunda. No por grandeza, ni por visión política, sino por haber sido el vocero servil de una casta corrupta, represiva y divorciada de la dignidad de su pueblo. Su rostro no inspira respeto; su verbo no convoca a la unidad; y su mandato, más que dirigir, ha consistido en repetir dogmas vacíos y apuntalar un sistema en ruinas.
Pero si algo define la vileza de su figura, es el llamado infame que hizo a la violencia fratricida durante las protestas del 11 de julio de 2021. Mientras el pueblo cubano salía a las calles de forma pacífica exigiendo libertad, medicinas y comida, Díaz-Canel sentenció en televisión nacional: “La orden de combate está dada. A la calle los revolucionarios”.
Ese día quedó marcado con sangre. No habló como presidente, sino como jefe de una pandilla desesperada por conservar sus privilegios, aunque fuera a costa de enfrentar al cubano contra el cubano, a los hijos del hambre contra los hijos del hartazgo oficialista.
Un régimen para pocos

Al dictador cubano no le interesa mejorar las condiciones de vida del pueblo, sino seguir complaciendo y enriqueciendo a la cúpula. (Foto @ Periódico Cubano)
Díaz-Canel no gobierna para los 11 millones de cubanos; lo hace para esa elite enquistada en el poder, que disfruta de privilegios inalcanzables para el pueblo. Mientras el salario mínimo mensual en Cuba es de 2.100 pesos cubanos (equivalente a unos 7 dólares en el mercado informal), los jerarcas del régimen viven en residencias confortables, acceden a tiendas en divisas, se atienden en clínicas exclusivas y envían a sus hijos al extranjero.
¿Quién paga ese festín? El pueblo. El que vive en colas infinitas, el que no puede comprar un cartón de huevos que cuesta más de 5.000 pesos, el que se va a dormir con hambre mientras el “presidente del pueblo” aparece en televisión sonriendo y mintiendo.
El hombre del absurdo
Díaz-Canel ha dicho frases que desnudan su vacuidad y su cinismo. Como esta, pronunciada en medio del desespero popular: “No podemos dar lo que no tenemos, pero sí podemos dar amor”.
¿Amor? ¿A un pueblo sin medicinas, sin pan, sin leche para los niños? ¿Amor? ¿Desde un gobierno que reprime, encarcela, golpea y persigue? No es amor, señor Díaz-Canel; es desprecio vestido de retórica barata.
O esta otra: “Cuba no es un país de violencia”. Lo dijo después de encarcelar a cientos de jóvenes por manifestarse, tras usar palos, brigadas de respuesta rápida, y juicios sumarios contra inocentes. Cuba no es un país violento, pero su gobierno sí lo es, y usted es uno de sus rostros más miserables.
Su imperio personal: poder sin mérito

Haber sido designado arbitrariamente por Raúl Castro para sucederle en el “trono”, le ganó el apodo de “puesto a dedo”. (Captura de pantalla @ AFP Español – YouTube)
Aunque se presenta como un hombre “normal”, la verdad es que Díaz-Canel no ha sido otra cosa que un funcionario obediente y servicial ante la cúpula militar. Su ascenso no fue por méritos, sino por sumisión. No tiene carisma, ni pensamiento propio, ni valentía. Es un burócrata gris, que se convirtió en presidente gracias al dedo de Raúl Castro.
Se mueve en un entorno alejado del pueblo: viaja en convoyes blindados, come lo que nadie puede comprar, y vive rodeado de escoltas mientras predica la austeridad. Su “socialismo” es para los pobres, pero nunca con los pobres.
Un balance trágico
Desde que Díaz-Canel asumió el poder en 2018:
• Más de 400.000 cubanos han huido del país solo entre 2021 y 2024, una cifra récord que desnuda la desesperanza.
• El peso cubano se ha devaluado más del 300%, pulverizando salarios y pensiones.
• La producción de alimentos ha colapsado: en 2024, se sembraron menos viandas y cereales que en 1958.
• El déficit fiscal supera los 100.000 millones de pesos, y el gobierno sigue culpando al “bloqueo” de su propia incompetencia.
• Más de 1.000 presos políticos permanecen encarcelados, según datos de organizaciones como Prisoners Defenders.
Un canalla sin redención
Díaz-Canel no solo ha sido incompetente; ha sido cómplice de los crímenes de la dictadura. Ha mentido descaradamente en foros internacionales, ha encubierto represores, y ha llamado al odio, todo mientras se presenta como un defensor de la “revolución”. Pero esa revolución, la que alguna vez prometió justicia, ha devenido en una caricatura sangrienta que él dirige sin dignidad ni pudor.
El tiempo lo juzgará, pero la historia ya lo condena. Será recordado como el hombre que llamó a la guerra entre cubanos, el que puso el poder por encima de la vida, el que dejó que su patria se desangrara mientras él repetía lemas vacíos. Porque ser presidente no es obedecer, es representar, y usted, Díaz-Canel, no representa al pueblo cubano; lo traicionó.
