Presidente de El Salvador admite culpa tras muerte de migrantes en Río Bravo

En vez de culpar infinitamente al “imperialismo brutal” y a las políticas de Donald Trump, el presidente de El Salvador Nayib Bukele ha reconocido que el gobierno de su país tiene la culpa de la trágica muerte de los migrantes Oscar Martínez y su hija Valeria de dos años.

La sombría imagen de los cuerpos del joven padre salvadoreño y su pequeña a la orilla del Río Bravo, ahogados al intentar cruzar hacia los Estados Unidos, se volvió viral en las redes sociales y avivó aún más el debate sobre la inmigración ilegal bajo la administración de Trump.

El canciller cubano Bruno Rodríguez no perdió oportunidad y compartió la fotografía con un mensaje profundamente proselitista: “No los mató el Río Bravo. Fue la política migratoria de EEUU. La pobreza que el capitalismo provoca es la causa de la emigración”.

Rodríguez no solo recibió una lluvia de críticas por lo inapropiado del comentario, sino que muchos usuarios le señalaron no haber dedicado ni una sola palabra de pésame o aliento el pasado 23 de abril, cuando más de una decena de cubanos murieron en condiciones similares durante la crecida de un río en el Darién, Panamá.

Quizá Rodríguez y todo el gabinete presidido por Miguel Díaz-Canel deberían tomar nota de Bukele y reconocer los gravísimos problemas que obligan a miles de cubanos a abandonar su país.

La gente no huye de sus hogares porque quiere

«La gente no huye de sus hogares porque quiere», dijo Nayib Bukele, durante una conferencia de prensa este fin de semana pasado. «Huyen de sus hogares porque sienten que tienen que hacerlo».

Bukele, quien asumió el cargo hace un mes, se comprometió a hacer de El Salvador un lugar más seguro para sus ciudadanos durante su mandato.

Decenas de miles de personas de toda América Central han viajado hacia los Estados Unidos, huyendo de la violencia y la pobreza con la esperanza de encontrar una vida mejor, y Bukele le aclaró a la prensa que entendía por qué las personas como Martínez emprenderían el peligroso viaje hacia el norte.

«Huyeron de El Salvador, huyeron de nuestro país. Es nuestra culpa. … ¿Por qué? Porque no tienen trabajo, porque están siendo amenazados por pandillas, porque no tienen cosas básicas como el agua, la educación, la salud», admitió.

Continuó señalando que creía que la migración debería ser una opción para aquellos que están insatisfechos con sus vidas, pero «no una obligación».

“Podemos culpar a cualquier otro país, pero ¿qué hay de nuestra culpa? ¿De qué país huyeron? ¿Huyeron de los Estados Unidos?”, se preguntó Bukele. «Huyeron de El Salvador».

Los cubanos no huyen del bloqueo

Aunque el gobierno de Cuba alega que el creciente flujo migratorio de sus habitantes se debe principalmente a cuestiones económicas, bien es sabido que no solo la economía, sino todas las esferas del país se encuentran fuertemente politizadas.

Es un Estado totalitario, y no agentes externos, el que regula y limita la autonomía económica de los ciudadanos. Es la mala administración del mismo Estado totalitario la que ha socavado el bienestar financiero y social del pueblo.

No, los cubanos no huyen del bloqueo. Huyen de la escasez eterna de alimentos, productos básicos y medicamentos. Huyen de la burocracia, indolencia y la corrupción administrativa imperante en cada institución pública. Huyen del adoctrinamiento político, de la represión policial, del control sobre el acceso a la información y al Internet. Huyen, cansados, de que se violen constantemente sus derechos humanos.

Al contrario de sus hermanos centroamericanos, los cubanos no huyen de la violencia armada. Huyen de una pandilla mayor y más peligrosa que tiene un solo nombre: el régimen castrista.