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Cuando le robaron la ropa a la leyenda del boxeo Joe Louis en La Habana

DEPORTES

Cuando le robaron la ropa a la leyenda del boxeo Joe Louis en La Habana

Su rival sería el cubano Omelio Agramonte, pero aquella, digamos, no sería la más reñida pelea de la noche, al menos sobre el papel

Joe Louis

Después de varias peleas sin conocer la derrota, se transformó en un patrón a seguir para la comunidad afrodescendiente, que veía en Louis a un ídolo. (Captura de pantalla © Boxing Highlights C4TV – YouTube)

Joseph Louis Barrows (1914-1981), conocido en el mundo del boxeo como Joe Louis, es, sin lugar a dudas, uno de los mejores púgiles, libra por libra, de toda la historia.

El niño, que fue repartidor de hielo y carpintero, quizás nunca imaginó lo que el futuro tenía preparado para él. El futuro y las casualidades: conoció a un amigo que lo animó a involucrarse en el mundo de los rings y esa decisión cambió su vida. A sus dos décadas de vida llegó al profesionalismo y su carrera despuntó de forma vertiginosa.

Después de varias peleas sin conocer la derrota se transformó en un patrón a seguir para la comunidad afrodescendiente, que veía en Louis a un ídolo. Con solo 23 años, en 1937, se agenció el título de campeón mundial de los pesos pesados, corona que mantendría ininterrumpidamente hasta 1949.

Durante su etapa activa finalizó con 66 peleas ganadas (52 por la vía del knockout) de 70 celebradas. Al final de su carrera debía alrededor de un millón de dólares al fisco y, luego de retirarse, quiso regresar para recaudar dinero y poder pagar la deuda.

En medio de ese contexto, aterrizó en la capital de Cuba. El 4 de marzo de 1949, en el Gran Stadium del Cerro, “el bombardero de Detroit” –empezó a ser conocido así luego de alistarse en el ejército norteamericano en tiempos de la Segunda Guerra Mundial– participaría en una pelea de exhibición con el objetivo de añadir fondos a sus resquebrajadas finanzas.

Su rival sería el cubano Omelio Agramonte, pero aquella, digamos, no sería la más reñida pelea de la noche, al menos sobre el papel. El combate más parejo, a priori, parecía ser el que enfrentaría a los plumas Lulu Constantino, un boxeador bastante conocido en aquel entonces y que venía dejando buenas demostraciones, y Miguel Acevedo, campeón cubano de la categoría.

El show pasaría a la posteridad desde el mismo momento del pesaje: en la propia fecha programada para la contienda, a las doce del mediodía, tendrían que pasar los púgiles por la báscula para que quedara certificada la igualdad de condiciones en cada enfrentamiento.


Joe Louis, por supuesto, se robaría las cámaras. Decenas de periodistas que se dieron cita en el lugar, llegaron, precisamente, para verlo desfilar ligero de ropa y posar encima de la pesa. Louis no solo era un icono del deporte norteamericano de entonces, también era célebre fuera de su país de nacimiento, y los cubanos, fieles devotos del deporte de los guantes y los rings, no querían perderse aquella oportunidad de tenerlo lo más cerca posible.

El atleta, quizás abrumado, decidió no hablar a la prensa. Luego, los reporteros esperaron a que el excampeón se vistiera decentemente para volver a presionar los disparadores de sus cámaras y sacar mejores fotos al hombre que había renunciado a su título del orbe. Louis, al parecer, entendió y se dispuso a buscar su ropa. No la halló. Alguien —quizás nunca sabremos quién— decidió robarla para guardarla de recuerdo o venderla al mejor postor, quedandoe el excarpintero semidesnudo delante de miles de aficionados que se dieron cita en el parque beisbolero. El incidente ocuparía buena parte de las notas que aparecerían en los medios al día siguiente.

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