Represión y lucha por la liberación de los presos políticos en Cuba

La soledad de Cuba es desgarradora. Los atropellos a las libertades o malas gestiones del gobierno a veces despiertan la indignación de las democracias del mundo. Pero, en sesenta años, el gobierno revolucionario ha perfeccionado el arte de la inmovilidad. 

Nada ha cambiado sustancialmente: Cuba está sola en su lucha y sus habitantes se sienten hundidos en el olvido y la inercia, indicó en un editorial la escritora cubana Zoé Valdés para el portal de noticias The New York Times. 

Señala que en los últimos años ha habido algunos intentos de cambio: desde el año pasado, por primera vez desde el triunfo de la Revolución, no hay Castro en el poder. También se hizo un referendo constitucional para reformar la carta magna que ha regido la isla desde 1976.

En medio de ese panorama desalentador hay un recordatorio permanente para los cubanos y para el mundo de una tiranía que se niega a cambiar y un ejemplo de esto son los presos políticos.

El grupo de análisis, estudio y acción Cuban Prisioners Defenders (CPD), a través de un amplio estudio de las cárceles cubanas, señala que son 134 los presos opositores. El documento indica que hay dos nuevos métodos para reprimir a las voces inconformes con el régimen castrista y del presidente Miguel Díaz Canel, informa el portal La Razón. 

Esos nuevos métodos de represión son: “los convictos de conciencia, es decir, casos de privación de libertad y trabajo correccional (81); condenados de conciencia: cubanos en prisión provisional (22); y presos políticos (31)”. 

La represión “sigue siendo feroz, atroz y descontrolada por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado, aunque se viene detectando una estrategia adicional de expatriación forzosa mediante amenazas y golpizas”, destaca el informe. 

Javier Larrondo, presidente de Cuban Prisioners Defenders, explica que se detienen a activistas y se les amenaza con diez años de cárcel o prisión de por vida. Después, se les ofrece una expatriación a países como Guyana. A veces hasta se les propone 2.000 dólares para empezar su nueva vida lejos de la isla. Los motivos para este nuevo modus operandi “es no engrosar al régimen con las listas de presos políticos”. 

Sobre los derechos humanos y libertades en civiles en Cuba, Larrondo indica que “se han diseñado estrategias para conseguir dar la imagen de cambio. A las autoridades cubanas les gusta mantener bien a unos 90 presos políticos, para que no salten más las alarmas, y que parezca que en Cuba no pasa nada. Desde 2019, se han tomado medidas más sutiles como la expatriación forzosa”. 

El activista insiste en que no hay que ser ingenuos con Cuba porque hay “miles de cubanos detenidos por un mecanismo represivo pre-delictivo”. 

El informe divide a los miles de presos en dos categorías: “Por un lado están aquellos que pertenecen o están en la oposición pública al régimen como las Damas de Blanco o la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), que suelen engrosar las listas de las mayores condenas y la represión es más virulenta, pero hay otro en el que se hallan miles de cubanos que simplemente son críticos con la revolución”. 

Larrondo explica: “Primero pierden el trabajo estatal. Después se les niega cualquier iniciativa de trabajo formal, en cuanto se les expulsa del sistema laboral, a no ser que vuelvan a defender la revolución. Muchos, sin ingresos, vuelven a abrazar la revolución, y para volver a trabajar optan por convertirse en delatores o infiltrados… Los que siguen en sus ideales sufren una persecución mayor y se les amenaza con prisión o se les aplican medidas de seguridad domiciliarias. Por último, se aplican medidas de seguridad predelictivas. “Hay fobia a perder el trabajo ahora en Cuba, llevar la contraria es altamente peligroso con consecuencias como el ostracismo, estar marcado de por vida, la pobreza”. 

El documento también describe que hay presos políticos que no pueden ser considerados únicamente de conciencia porque han cometido otros actos penales como el robo, la rebelión, la piratería. Son 32 los casos destacados, en los que su pena más típica es la cadena perpetua (el 72%).

“Los cubanos sabemos que el discurso del progreso y el cambio son promesas vacías para un gobierno que en seis décadas han sido puras palabras. Esta vez, en pleno siglo XXI, no nos podrán engañar: un nuevo presidente y una nueva constitución presentada como más abierta y más libre no significan nada si persisten las amenazas, el hostigamiento y la persecución de quienes quieren más libertad. El nuevo gobierno debe pasar a las acciones concretas y una de las primeras deberá ser la liberación de los presos políticos”, concluye la escritora cubana Zoé Valdés.