El 11J, una luz de esperanza para el pueblo cubano

Cuba con la esperanza de un futuro democrático. (Foto: Periódico Cubano)

Las protestas pacíficas ocurridas el pasado 11 de julio en Cuba representan una luz en medio de la oscuridad que por más de 60 años se ha esparcido en la Isla, a través de la imposición y el encadenamiento de libertades.

A un mes de este estallido social, el régimen trata de apagar esa luz golpeándola con una supuesta “reafirmación revolucionaria” que cada vez es más débil en las cabezas de los cubanos.

La cúpula castrista, para no perder sus exclusivos privilegios, sigue imponiendo en la Isla una idea obsoleta condenada a la extensión mientras más cubanos desean un futuro democrático con respeto a los derechos humanos.

Las dictaduras y obligar el fanatismo a un solo líder no tienen cabida en un siglo en las que sus sociedades apuestan por la diversidad en diferentes ámbitos, sobre todo al momento de elegir autoridades.

Esa luz está hecha por la voz de cada cubana y cubano que el 11 de julio perdió el miedo, hizo caso a su propio pensamiento y salió a las calles a gritar ¡Libertad!, ¡Patria y Vida!, ¡Democracia!

Esa luz aún resplandece por estar hecha con la esperanza de ver a una Cuba sin colas para conseguir un poco de comida y con hospitales donde no falten medicamentos, una Cuba donde la libertad de expresión sea un acto normal y no un delito.

El régimen comunista le teme a esa luz y trata de apagarla acusando a los manifestantes pacíficos de ser delincuentes por cometer delitos como “desorden público”, “desacato”, “atentado”, “daños” y hasta “propagación de epidemia”.

Trata de apagarla con juicios sumarios que violan la constitución de la Isla e incluso encarcelando a menores para asustar a los más jóvenes que desean abandonar el adoctrinamiento.

El castrismo cree que sus castigos implementados desde hace más de 60 años son la solución para apagar esa luz que resucitó al “Maleconazo” y se encamina a ser el principio de un futuro democrático.

El régimen quiere deshacer ese brillo con presos políticos, con sentencias, con golpizas, pero nada de esto tiene suficiente oscuridad ante una firme esperanza extendida desde Pinar del Río a Guantánamo.

Esa luz solo se apagará cuando los miles de cubanos del 11J pierdan la esperanza. Ellos la prendieron, solo ellos puedan apagarla o volverla un sol que dé vida a las libertades que merece el pueblo de la mayor de las Antillas.