María Teresa Mora la campeona cubana de ajedrez y una de las pocas que derrotó a Capablanca

María y Capablanca a pesar del respeto que se tenían solo jugaron tres partidas, todas en simultáneas: dos éxitos para la genial cubana y una tabla. (Foto © Dominio Público – Wikipedia)

Para entender la magnitud y genialidad de María Teresa Mora Iturralde basta solo con citar cómo era reconocida en la prensa. En la revista digital La Jiribilla mencionan el artículo “En La Habana hay otro prodigio”, aparecido en medios extranjeros como el American Chess Bulletin, en el que se decía: “no contenta con haber dado a José Raúl Capablanca al mundo, La Habana llama su atención a otro prodigio del ajedrez en la persona de la niña María Teresa Mora”.

Estas dos figuras estuvieron estrechamente ligadas y tuvieron mucho en común. Jugadores innatos de ajedrez, desde muy pequeños fueron capaces de ganar partidas contra jugadores experimentados. Capablanca tuvo de María la mejor de las opiniones. Le concedió el honor, debido a la admiración que le profesaba, de ser su discípula, única persona en ocupar esta categoría.

María y Capablanca, a pesar del respeto que se tenían, solo jugaron tres partidas. Todas en simultáneas. El resultado de estas: dos éxitos para la genial cubana y una tabla. Ha pasado a la historia, también, por ser una de las pocas personas que pudo derrotar a Capablanca.

María Teresa, nacida en 1902, fue una niña con una mente impresionante y no solo en el ajedrez se destacó. Graduada en Bachiller en Letras y Ciencias, también en la música tuvo una importante trayectoria y dominó instrumentos como la mandolina y el violín. De este último ofreció un concierto en 1921.

Muchas cosas debieron hacerla sentir orgullosa, entre ellas, los profesores que tuvo. Recibió clases de Capablanca, de quien se dice, solo para impartir las lecciones a la joven consultó un libro de ajedrez. Otras materias las recibió de Rafael de Pazos, presidente por muchos años del popular Club de Ajedrez de La Habana.

Con 20 años, la joven María Teresa hizo historia conquistando el título de Cuba al ganar el torneo Copa Dewar, certamen solo para hombres desarrollado en el propio club y considerado en el círculo ajedrecístico del país como un campeonato nacional. En el propio 1922, gracias a la mediación de Capablanca, también logró competir en un evento en Londres.

Desde que se coronara como reina del ajedrez en Cuba, mantuvo su título nacional hasta 1960. Se dice que nunca perdió el reinado, pues se retiró de forma invicta.

En 1950 dio de qué hablar a nivel mundial, pues con 58 años de edad participó en un campeonato mundial, donde, pese a que no ganó, derrotó a la entonces campeona del orbe, Elizabetha Bikova. En ese mismo año se convirtió en la primera mujer latinoamericana con el título de Maestra Internacional de Ajedrez, distinción concedida de manos del presidente de la FIDE, Folke Rogard.

Otro de los hitos de su vida llegó cuando estaba a punto de retirarse. En una de sus últimas partidas enfrentó a la colombiana Anita de Sánchez y ese encuentro fue reconocido como el primer match entre dos mujeres usando como vía la radiotelefonía.

Al morir en La Habana, en 1980, su nombre ya había pasado a los anales de la historia del juego ciencia en Cuba debido a su legado, sacrificio y entrega, a lo que fuera su gran pasión.