Migrantes cubanos prefieren arriesgar su vida en la selva del Darién que seguir en Cuba

Miles de cubanos continúan aventurándose en la llamada “ruta de la muerte”, el Paso del Darién, considerado el tramo migratorio más peligroso del planeta.

La crisis económica, la falta de oportunidades, la persecución por motivos religiosos o políticos, así como las nulas posibilidades de crecimiento dentro de la Isla, empujan a sus habitantes a tomar medidas desesperadas en su afán por alcanzar el “sueño americano”.

Por la falta de visado requerido, la principal ruta de escape de los cubanos es hacia Guayana, desde donde ascienden por el continente esperando llegar a Estados Unidos.

Sin embargo, el paso entre Panamá y Colombia, cubierto de selva y habitado por peligrosos grupos criminales, se ha convertido en una trampa mortal para miles de migrantes de diferentes nacionalidades que esperan llegar al otro lado.

Robos, asaltos con violencia, violaciones, y asesinatos, son los riesgos que corren quienes se adentran en la selva, muchos de quienes perecen en su intento por cruzarla.

De acuerdo con un reportaje de Diario de Cuba, ninguno de los dos gobiernos se hace cargo de la situación, para facilitar o impedir totalmente el tránsito de los migrantes por el área.

Aunque mantienen un acuerdo binacional, mediante el cual se le da entrada a 500 migrantes por semana, al punto de cruce llegan diariamente más de 1,500 migrantes.

Ninguno de los dos países lleva tampoco un registro de cuántos migrantes entran o salen de sus territorios por ese punto, y aunque dan cifras, organizaciones civiles locales afirman que son aproximaciones, pues la realidad es que hay miles que no se contabilizan.

Según Samira Gozaine, directora del Servicio Nacional de Migración de Panamá, “en 2021 han ingresado al menos 55,000 migrantes provenientes de Cuba, Haití y de países de África, lo que representa un 33% de la migración que ha entrado en Panamá desde 2013”.

Sin embargo, se desconoce el número de fallecidos en la selva. El corresponsal en Colombia del citado medio, ha documentado un total de 28 muertes en lo que va de 2021.

El último registro fue apenas este 12 de agosto, cuando en un video, enviado desde la selva del Darién, se observa el cadáver de un hombre flotando en el cauce del río Tuquesa.

Según la fuente, el migrante era de nacionalidad cubana y falleció al caer por un abismo. “Nada pudimos hacer. El cuerpo, como decenas que vimos, solo les importa a las fieras de la selva y a los buitres”, dijo.

Los relatos de cadáveres hallados en la selva, o las pertenencias abandonadas encontradas por otros viajeros, son algo cotidiano en este punto migratorio, donde además de narcotraficantes y asaltantes, los migrantes se enfrentan a los riesgos de la naturaleza: peñascos, animales, hambre y deshidratación.

La escasez de tickets para viajar de Necoclí a Capurganá, obliga al viajero a ponerse en manos de “coyotes” que, por 800 dólares, prometen llevarlos desde Necoclí hasta la comunidad indígena de Nacho Kuna-Panamá.

El viaje es inseguro, pero ya en otras ocasiones los cubanos han declarado que prefieren morir en la selva o en el mar, que volver a Cuba.