Secuestrada, golpeada y abandonada en un cementerio de perros por su exesposo

El exesposo de Karina Ríos Estrada “casi la mata, también le picó con una tijera toda su ropa, zapatos, hasta los blúmeres. La dejó sin nada.” (Captura de pantalla © CubaNet – Web)

La noche del 6 de octubre, Cuba se estremeció ante un episodio de violencia de género que ha dejado secuelas físicas y emocionales graves. Karina Ríos Estrada, madre de dos hijos, fue víctima de un brutal ataque en La Habana por parte de su expareja, Richard Hernández, informó CubaNet.

El relato desgarrador de esta tragedia lo proporcionó Oscar Ramírez Sardiñas, primo de Karina, a la periodista Claudia Padrón, autora del reportaje en el medio independiente. La historia revela un trasfondo de maltrato y control por parte de Richard Hernández, que culminó en un acto de violencia extrema.

Karina había tomado la valiente decisión de separarse de su entonces esposo, debido al constante maltrato que sufría. A pesar de la ruptura, ambos mantenían contacto debido a la custodia de sus hijos. En la fatídica noche del 6 de octubre, Richard la atacó de manera salvaje hasta dejarla inconsciente.

Lo que siguió fue una historia sacada de una película de terror: la mantuvo atrapada durante casi 20 horas dentro de un automóvil, sumida en un estado de vulnerabilidad y angustia extremas.

“De ahí se la llevó en el carro y la tuvo tirada en la parte de atrás hasta el otro día sobre las 5:00 de la tarde cuando la abandonó en un lugar al que le dicen ‘el cementerio de los perros’ en Alamar. Una amiga de mi prima los encontró y lo enfrentó a él. Finalmente, le exigió que llevara a Karina al hospital”, contó Ramírez a Padrón.

“Ese día, que casi la mata, también le picó con una tijera toda su ropa, zapatos, hasta los blúmeres. La dejó sin nada. Pero lo peor fue que le provocó fractura interna de cráneo y un edema craneal. Como secuela, hasta el momento no habla. No se le entiende nada. Más que palabras son gemidos o sílabas sin sentido lo que sale de su boca. No puede caminar bien y apenas conoce a sus hijos. Está muy malita”.

El relato de Ramírez no solo revela los detalles de la agresión, sino también las secuelas devastadoras que ha dejado en la vida de Karina y su familia. La afectada, en la actualidad, no puede hablar de manera coherente, moverse con facilidad ni reconocer a sus propios hijos. Las secuelas emocionales son igualmente profundas, ya que en ocasiones los toca con cariño como si supiera que son sus hijos, pero en minutos los agrede sin razón.

El ataque no se limitó a la violencia física, sino que también incluyó la destrucción de sus pertenencias personales. La historia se complica aún más debido a la respuesta de las autoridades. Oscar Ramírez menciona que se sintió indignado cuando la policía, al investigar el caso en la estación de Alamar, parecía estar defendiendo a Richard.

Señaló que sabe que el hombre tiene conexiones de alto nivel dentro de la policía, lo que agrega un elemento de impunidad a la situación. La familia se preocupa por la justicia y teme que Richard no reciba un castigo adecuado.