Cuba creó su propia Generación de Cristal: el hombre nuevo

La promesa de Ernesto ‘Che’ Guevara de formar un “hombre nuevo” fue una filosofía que legalizaba el adoctrinamiento, los fracaso y las mentiras. (Foto © Periódico Cubano – Chat GTP)

La Cuba actual está marcada por una profunda crisis que afecta a todos los sectores de la sociedad. Lamentablemente, se suma un elemento macabro, un hecho sin precedentes que, desde el punto de vista moral, representa un fracaso más.

Nos referimos a un amplio sector de la juventud cubana. La promesa de Ernesto ‘Che’ Guevara de formar un “hombre nuevo” guiados por valores de solidaridad y compromiso con el bienestar colectivo, tan solo fue una cacareada filosofía que legalizaba el adoctrinamiento, los fracasos y las mentiras, desarrollando toda una gama de ilusiones y espejismos que no alcanzaron los objetivos perseguidos por el régimen. Las consecuencias son evidentes hoy en día.

En su mayoría, son los jóvenes quienes, huyendo del infierno comunista, se embarcan en cualquier aventura con tal de escapar, ya sea camuflándose en el tren de aterrizaje de un avión o autoenviándose a su destino dentro de una caja. Toda huida se considera válida.

La ruta terrestre es la más común, atravesando Centroamérica hasta llegar a Estados Unidos por su frontera sur. Sin embargo, una vez que llegan, ¿cuál es su formación?, ¿qué diversidad nos traen en esta extraña aventura? No existe un patrón exacto para el análisis. Así, quizás podamos considerar a quienes quedan.

La bancarrota moral se manifiesta en una juventud desarraigada, desanimada, sin intereses y desorientada, sumergida en un caos de contradicciones que les lleva a un quiebre moral. Muchos de los que llegan, carentes de espíritu de trabajo, no logran sus objetivos, y aquellos que quedan buscan cómo vivir con el menor esfuerzo posible. Este es el gran dilema de una sociedad que necesita recomponerse, el gran desafío para la Cuba del futuro.

Algunos señalan que el verdadero objetivo de la tiranía era, de hecho, lo contrario: “deformar la esencia” de lo cubano, creando brechas que facilitaran su dominación dentro de un sistema comunista diseñado para perpetuar la dictadura.

Sea como sea, la tiranía ha logrado debilitar en gran medida a la juventud, resquebrajando su espíritu, y hoy vemos a jóvenes incapaces de trabajar o de tomar partido. Para ellos, la Patria es un concepto inexistente; sin bandera ni objetivos, navegan en un mar de iniquidades, sin rumbo, esperando la nada.

Es el fin de la esperanza. Esta situación persiste desde hace 65 años y, aunque el país está en una bancarrota absoluta y total, no cae. La Cuba actual no cuenta con la juventud de los años 30, que derrocó a Machado. Nuestra juventud de hoy carece de fuerza, objetivos y capacidad de actuar. Es doloroso admitirlo, pero es una gran verdad.

Una juventud estéril, sin ambiciones y fácil de manejar, donde algunos incluso niegan la existencia de la dictadura, y otros, aunque la reconocen, le son apáticos y se someten a su yugo. Prefieren, como el avestruz, enterrar la cabeza en la arena y no enfrentarse a la realidad. Los conozco muy a mi pesar.

Existen muchos hombres íntegros que afrontarán el difícil proceso que está por venir. La reconstrucción será ardua y dolorosa, pero la sociedad volverá a crecer y el país retomará el camino próspero del que nunca debió desviarse.

Sin embargo, el gran desafío es devolver a nuestra juventud el amor por su Patria, sus símbolos y su esperanza. Sin esto, nunca recuperaremos el país que una generación de malhechores nos arrebató aquel fatídico día en que un hombre de barba nos convirtió en esclavos.

Invito a regresar a nuestra historia y beber de la fuente del honor, para salvar el espíritu martiano que algunos quisieron borrar y manipular, desvirtuando su legado universal.