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Cuba: ultimátum a la dignidad

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Cuba: ultimátum a la dignidad

La adversa situación del país obliga a reevaluar nuestros pasos hoy

La Habana es una ciudad en ruinas

El panorama general del país es caótico, el hambre cubre toda la sociedad. (Foto © Periódico Cubano)

La historia reciente ha recogido con detalles cómo un hindú medio desnudo humilló a un imperio. El colapso del colonialismo inglés no pudo resistir una lucha sin armas ni trincheras, sin disparos ni violencia: un método de lucha no violenta. Ese fue el gran mérito de Mahatma Gandhi. Así, India obtuvo su independencia.

Cuba podría tomar tal ejemplo. Un conocedor de nuestra historia podría replicarme, y con razón, que la Isla no necesita seguir ejemplos, pues nuestra historia está repleta de heroísmo. Y es cierto.

Sin embargo, la peculiar situación del país obliga a reevaluar nuestros pasos hoy. La tiranía cubana está en plena crisis: sin dinero, sin créditos, mostrando al mundo su verdadero rostro de pedigüeño y mal pagador. Sin capacidad productiva, pero manteniendo su habilidad para reprimir e infundir miedo, y construyendo un legado de terror.

El ejército, incomprensiblemente, sigue apoyando al régimen. Una casta de generales traidores, sin ética ni valores morales, corrompidos por el dinero y el chantaje, son inamovibles.

Por lo tanto, la violencia no puede ser el camino. Ellos tienen las armas y sus intereses van en contra del pueblo. Bastaría con que un general diera el grito de libertad para cambiar las cosas, pero eso no parece estar en la mente de estos canallas.

Así las cosas, debemos buscar otros caminos. Hay grietas en la cúpula, signos visibles de corrupción, derroche, robos y constante violación de los derechos ciudadanos. Todo esto crea condiciones objetivas para un cambio. El 11 de julio fue la chispa que sacudió el país de punta a punta, y la tensión llegó a tal punto que el dictador de turno incluso convocó a una guerra civil, algo jamás cometido por un presidente en la historia.

Ese día será recordado eternamente en la historia nacional, y Miguel Díaz-Canel será juzgado como un criminal.

El panorama general del país es caótico, el hambre cubre toda la sociedad. No hay salida; el régimen se impone por la fuerza y el terror. Sin embargo, se vislumbran luces firmes a través de las grietas de un régimen podrido hasta el tuétano.

Pero nuestro pueblo debe hacer germinar ese grano de dignidad que caerá en un suelo regado con sangre. Es hora de levantarnos y decir basta a las humillaciones. Ese grito nos corresponde a nosotros; nadie hará lo que por vergüenza nos toca hacer.

Debemos dejar de vivir de remesas. Debemos levantarnos, dejar de colaborar con la dictadura, no asistir a actos, marchas, reuniones, mítines o cualquier actividad que convoque la tiranía. No pedimos heroísmo ni cárcel, solo pedimos no colaboración. Eso bastará. Un pueblo que se niega a apoyar a un régimen lo conduce al fracaso. Sabiéndose solos, optarán por el exilio.

A los comunistas ingenuamente útiles, aquellos que no participan del saqueo del país, pero que por ignorancia o mala fe posibilitan la existencia de estos miserables que han reducido a cenizas un país que fue la vigésima novena economía del mundo, les decimos a voz en cuello que se han convertido en lacayos y traidores. El comunismo ha asesinado a más de 150 millones de seres humanos. ¿Cómo se puede ser parte de estos crímenes sin convertirse en un miserable?

¿Ignorancia? No lo creemos. ¿Miedo? Sí, es posible. Colaboradores, llenos de vilezas, tendrán que responder ante la justicia. Aquellos que hoy reprimen, que forman las brigadas de respuesta rápida, enfrentarán la fuerza de la ley.

Pero eso será mañana. Hoy debemos convertir al país en un eterno 11 de julio, o nuestros hijos nacerán ya con yugo al cuello. No somos un pueblo de cobardes, tenemos historia. Es hora de borrar de nuestra patria a estos ineptos, ladrones y asesinos. Hagámoslo por nuestra tierra, por nuestros hijos, por nosotros mismos, merecemos vivir y morir con dignidad.

Hubo un hombre tan grande como Gandhi en Cuba, fue nuestro Martí, que dijo: “Hay que tirar lejos el yugo que nos oprime, para pararnos sobre él y alcanzar la estrella que ilumina y mata”.

Para Cuba es la hora. Hacemos la nueva historia o moriremos bajo la bota del castrismo como unos miserables.

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