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Italiana casada con un cubano cuenta cómo es vivir en la Isla sin “perspectivas de futuro”
La italiana describe su vida en Cuba como un ejercicio de adaptación y paciencia, enfrentando desafíos que en Italia resolvería en un día
La ciudadana italiana Anna, de 56 años y casada con un cubano, cuenta cómo es vivir en la Isla, donde “no hay perspectivas de futuro”, pero se vio en la obligación de acompañar a su esposo Rafael, quien necesitaba cuidar a su anciana madre.
Desde su casamiento en 2015, Anna se trasladó a vivir a Santa Marta, una localidad muy cerca de Varadero, el principal balneario de Cuba. Desde entonces, pero con especial atención en los últimos dos años, ha visto cómo “las constantes dificultades y la falta de perspectivas de futuro hacen que muchos de ellos (cubanos) quieran abandonar el país en busca de una mejor calidad de vida”.
En entrevista exclusiva para Voglio vivere cosí, también confesó que, pese a los problemas cotidianos, “los lugareños siempre logran encontrar fuerzas para sonreír y bromear”.
Para mantenerse en Cuba tiene un negocio de una casa hostal que renta. Ello le permite estar en contacto tanto con locales como visitantes, lo cual le ofrece una perspectiva única sobre la vida en Cuba.
“Los salarios estatales son muy bajos y anacrónicos en comparación con el costo de vida. Hablo, por supuesto, en nombre de los cubanos. Muchos han recurrido al sector privado para mantener a sus familias y ganar más. Lamentablemente, en los últimos años miles de cubanos se han trasladado al extranjero en busca de mejores oportunidades y el fenómeno migratorio no parece detenerse”, abundó sobre el éxodo masivo que experimentan los cubanos.
La italiana también aborda los retos del sector de la salud en Cuba, donde la falta de recursos básicos es una constante. “En este momento no tienen medios para trabajar y, a menudo, quienes deben someterse a una operación deben obtener primero anestesia, jeringas, catéteres, etc., porque no están disponibles en los hospitales”.
Además, comparte su visión sobre la inversión extranjera en el país caribeño, señalando las restricciones y ofreciendo consejos basados en su experiencia en el sector turístico. “Un extranjero puede abrir un negocio o ser propietario de una casa solo si es residente permanente en la Isla y, para serlo, es necesario estar casado con un cubano”, explicó Anna.
La italiana describe su vida en Cuba como un ejercicio de adaptación y paciencia, enfrentando desafíos que en Italia resolvería en un día. Su hogar, enriquecido con un jardín de orquídeas y espacios para el disfrute de sus huéspedes, simboliza su compromiso con esta nueva vida de la cual no se arrepiente.
“Fue un cambio de vida radical y muchas veces se necesita una paciencia infinita para resolver problemas, pero lo volvería a hacer con los ojos cerrados. Las dificultades están en conseguir en mucho tiempo y con mucha paciencia lo que en Italia quizás solucionaría en un día”.
La mujer, que de seguro tiene un nivel de vida por encima del promedio de la población, afirma que “se necesita un gran espíritu de adaptación y la elección también debe hacerse en función de las prioridades de la vida”.
Precisamente sobre los costos de la vida, Anna explica a sus coterráneos italianos cómo son los tipos de cambios que existen en los mercados de compra y venta de dólares.
“Se debe hacer una distinción entre el tipo de cambio oficial del banco y el tipo de cambio no oficial de la calle. Me explico mejor: si un aguacate se vende a 120 pesos cubanos para cambiarlo en el banco estamos hablando de un euro, para el mercado ilegal de divisas es la mitad”, comentó.