Marrero promete trabajar con el Minag para permitir a campesinos comerciar sus productos

Este lunes se celebra el 60 aniversario de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), y aunque en realidad el campo cubano tiene pocas razones para celebrar, el primer ministro Manuel Marrero afirma que esto podría cambiar en un futuro.

Recientemente el gobierno ha mostrado flexibilidad y ciertas concesiones para los agricultores cubanos, sin embargo, el control total de su producción sigue en manos de las autoridades.

Aunque supuestamente con las medidas recientes el Ministerio de la Agricultura trata de impulsar la “soberanía alimentaria”, las ínfimas ganancias que las cosechas generan a los campesinos, debido a la vez a la falta de libertad para comerciar sus productos, siguen siendo una limitante para ello.

El pasado 10 de mayo, el primer ministro Manuel Marrero presentó en una reunión con directivos y académicos, 63 medidas para impulsar la producción de alimentos.

No obstante, se mantienen las prohibiciones con muchas condicionantes, sin otorgar libertad, algo que tendría que hacerse desde el Minag.

Según Marrero, las “mayores debilidades” están en el sistema empresarial, para el que se designaron 54 medidas, pues ahora mismo las cooperativas son dependientes de él.

“No vamos a seguir sosteniendo y mucho menos incrementar empresas estatales para que vivan de los productores, para eso trabajamos con los campesinos directamente (…). El perfeccionamiento tiene que ser de verdad, no puede ser simple escenografía, con algunos cambios, cada cambio tiene que ir dirigido a producir más alimentos (…). Que sean empresas prósperas, eficientes con trabajadores estimulados”, expresó el primer ministro.

El funcionario reconoció las trabas burocráticas que enfrentan los campesinos que, al no poder comerciar con libertad, dependen de que las empresas estatales les compren sus productos.

“Hemos dado la disposición de ver qué cosa es ilegal, por qué una gente que quiere vender producciones no puede. En eso nos tiene que ayudar el Ministerio de la Agricultura, en ver qué cosa es ilegal, si alguien tiene una mata de aguacate, ¿Por qué no puede vender sus aguacates al kiosquito más cercano que tiene allí?”, agregó Marrero.

Esa falta de libertad ha sido la principal denuncia de los campesinos cubanos desde hace años, pues mientras vendiendo sus productos al Estado no ganan lo suficiente, muchas veces ni para recuperar lo invertido en la cosecha, al tratar de vender por su cuenta son multados o encarcelados.

Estas penalizaciones extremas se aplican incluso si los campesinos han cubierto sus cuotas con el Estado y entregado lo que les corresponde, pues cualquier disposición personal de su producción que no se destine al autoconsumo es considerada “ilegal”.

En varias ocasiones los campesinos han señalado que este es el punto de quiebre que mantiene la escasez de alimentos en la Isla, pues el gobierno no tiene la capacidad para atender a todos los campesinos del país, por lo que mantiene deudas con varios y deja perder muchos productos al no recogerlos a tiempo.

En ese sentido, los agricultores destacan que en 60 años la ANAP nunca ha representado sus intereses y necesidades, sino que ha sido un medio más de control del Estado, regido por cuestiones políticas e ideológicas, y no cumpliendo el fin para el que fue creada.