Rusia se deslinda de cualquier relación con el llamado “Síndrome de La Habana”

El Kremlin expresó su rechazo a cualquier vínculo entre el gobierno de Rusia y los incidentes identificados como “Síndrome de La Habana”, que han afectado a diplomáticos y funcionarios de Estados Unidos en Cuba y otros países.

El portavoz del dirigente Vladimir Putin, Dmitri Peskov, negó cualquier relación entre su país y este padecimiento, que ha sido atribuido a “ataques sónicos” de microondas.

“Rechazamos rotundamente cualquier insinuación, suposición o declaración sobre la supuesta participación de la parte rusa en esos casos. No tenemos nada que ver con eso”, sostuvo Peskov en su rueda de prensa diaria, citó la agencia EFE.

Esta aclaración llega luego de que se reportara que el director de la CIA, William J. Burns, había advertido a los servicios de inteligencia rusos “de forma confidencial” que “enfrentarán consecuencias” si se demuestra que están detrás del “Síndrome de La Habana”.

Según el diario The Washington Post, esta “advertencia” fue realizada por Burns durante su visita a Moscú a comienzos de noviembre.

La participación de la inteligencia rusa en este fenómeno se ha planteado extraoficialmente desde los inicios. Esto porque aunque se acusa directamente a uno de sus aliados políticos, el régimen de Cuba, por perpetrar los “ataques”; además, se considera que la Isla por sí sola no cuenta con los recursos para ello.

El director de la CIA habría planteado esta cuestión a los responsables del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) y al Servicio de Inteligencia Exterior ruso (SVR).

De acuerdo con el rotativo, Burns espetó que provocar daño cerebral a personal estadounidense y sus familias superaba los límites de lo “aceptable” para un servicio de inteligencia. Se cree que el propio Burns fue blanco de un “ataque” a finales de septiembre, que terminó afectando a uno de sus acompañantes en su lugar.

El agente de la CIA escoltaba al líder de la organización durante un viaje a la India, cuando presentó los síntomas del padecimiento: dolor de cabeza, mareos, náusea, vértigo, pérdida de la memoria e insomnio.

A la fecha, más de 200 diplomáticos y familiares estadounidenses han sufrido síntomas de esta enfermedad. El primer caso fue registrado en Cuba en 2016, entre al menos 40 diplomáticos de la Embajada de EEUU en La Habana.

Sus relatos, que coincidieron en que escucharon un pitido agudo justo antes del malestar, dieron pie a la teoría de que se había tratado de “ataques sónicos”.

En 2019, científicos del Pentágono confirmaron que las víctimas tenían un daño cerebral permanente y que supuestamente este coincide con los efectos de microondas en dicho órgano.

No obstante, el régimen de Cuba se ha deslindado de cualquier responsabilidad. Los casos se han registrado también en otros países como Rusia, China, Siria e incluso India.