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A propósito de los últimos audiovisuales del Noticiero Nacional de Televisión

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A propósito de los últimos audiovisuales del Noticiero Nacional de Televisión

Mónica Baró (La Habana, 1988). Periodista y escritora cubana. Trabajó en la revista oficialista Bohemia entre 2013 y 2014 y posteriormente en el Instituto de Filosofía de Cuba.

En 2015 formó parte del equipo fundador de la revista medioambiental independiente Periodismo de Barrio, donde fungió como reportera y miembro de su consejo editorial hasta 2018.

Ha publicado en Univisión Noticias, El Toque, Cuba Posible, Hypermedia Magazine. Ha escrito principalmente sobre comunidades vulnerables a desastres naturales, envenenamiento por plomo, problemas de vivienda y violencia de género.

En 2019 ganó el premio Gabriel García Márquez con el texto “La sangre nunca fue amarilla”. Actualmente trabaja como reportera de la revista El Estornudo y reside en La Habana.

Como respuesta a varios audiovisuales y artículo publicados en el Noticiero Nacional de Televisión y el periódico Granma, publicó en su perfil de Facebook el texto que a continuación reproducimos y que constituyen en sí una magistral clase de periodismo.

Respuesta de la periodista Mónica Baró Sánchez a las tergiversaciones del NTV

A propósito de los últimos audiovisuales que han sacado en el Noticiero Nacional de Televisión -yo no me atrevo a clasificarles como reportajes-, he leído varias opiniones que cuestionan, con todo el derecho del mundo, que los medios independientes no hablan nada bueno sobre Cuba, no reconocen las cosas buenas de la realidad.

Pero estos comentarios, que no son estrictamente falsos, sí son muy inexactos, porque parten de desconocer el contexto en el que operan los medios independientes. Voy a intentar dejar algunas ideas por puntos, que creo que pueden ayudarnos como sociedad a discutir sobre periodismo.

1. El trabajo de un periodista, de un medio de comunicación, no puede valorarse en los términos coloquiales de si habla bien o habla mal de un país. El periodismo debe ser valorado a partir de los estándares internacionales de la profesión: contraste y diversidad de fuentes, rigor y precisión en el manejo de los datos, apego a la ética periodística, empleo de al menos tres fuentes independientes entre sí para hacer denuncias…

Así como un cirujano o un cocinero deben seguir ciertos procedimientos para cumplir con su trabajo, los periodistas también tenemos procedimientos que seguir, que no pueden subordinarse a intereses partidistas ni a ideologías -lo cual no quiere decir que nos propongamos ser objetivos y neutrales, eso es una falacia, sino rigurosos y honestos. Se puede ser muy neutral en la forma y muy poco riguroso en contenido.

2. Existen diversos géneros periodísticos. No es lo mismo un comentario o un editorial, que son géneros de opinión, que un reportaje o una nota informativa. Esto no quiere decir que en un comentario se deban presentar opiniones o impresiones personales por hechos, que se pueda decir que “la mayoría de los cubanos comen carne de puerco el 31 de diciembre” solo porque es tu opinión. No. Y tampoco quiere decir que en un reportaje no se pueda opinar.

Pero las opiniones son opiniones y los hechos son hechos; los editoriales reflejan el posicionamiento de un medio y las columnas o comentarios reflejan los posicionamientos de sus autores, que no tienen que ser los del medio; y los reportajes son resultado de investigaciones periodísticas que deben seguir una metodología específica y cumplir ciertos principios.

Esto puede parecer muy obvio para quienes han vivido en sistemas de prensa democráticos, pero en Cuba lamentablemente es un tema de discusión.

3. Incluso si un periodista decide dedicarse sólo a criticar desde una columna el gobierno, o a producir reportajes sobre los problemas sociales, económicos o políticos del país, no hay en esto nada reprochable, mientras que haya apego a los hechos.

Para escribir sobre la censura yo no necesito antes escribir sobre el embargo/bloqueo, ni para criticar la administración de Donald Trump necesito sacar una bandera que diga “en Cuba hay una dictadura”. Cada quien opina sobre lo que quiere e investiga sobre lo que quiere.

4. Si los medios independientes no suelen “hablar bien” del sistema cubano es, sobre todo, porque hay toda una infraestructura de medios estatales con alcance nacional e internacional, que se ha dedicado en las últimas décadas a “hablar bien” del sistema, incluso cuando “ha hablado mal”.

Los medios independientes son, en gran medida, reacciones al desplazamiento que ha hecho la propaganda del periodismo en los medios estatales. Es comprensible que muchos se concentren en cubrir todo lo que no cubren, por razones propagandísticas, los medios estatales.

Los medios independientes han venido contando las historias que los medios estatales no quieren contar. Y son muchas. Demasiadas. Y los reporteros de los medios independientes en Cuba cada vez son menos.

5. De todas formas, es falso que en los medios independientes no se haya reconocido lo positivo y lo bueno de Cuba. Es cierto que no es lo que prevalece, pero es mentira que no cuenten con publicaciones en los que el gobierno cubano -porque Cuba es otra cosa- queda bien parado. Hablo sobre todo por los medios en los que he trabajado, que son los que mejor conozco.

Un ejemplo reciente, de este año, fue el trabajo que el científico Amilcar Pérez Riverol publicó en El Estornudo sobre el manejo que ha hecho Cuba de la pandemia, pero hay muchos más.

6. Hablar bien de Cuba no es hablar bien de sus dirigentes más mediáticos, ni del Buró Político del Partido Comunista de Cuba. Hablar bien de Cuba se hace también con un perfil a un artista, con una entrevista a un músico, con una crónica sobre una agricultora. Porque Cuba es, sobre todo, esa agricultora y ese músico. Y el delegado del Poder Popular sobre el que escribiera en mi texto San Felipe y el otro delegado sobre el que escribió Darío Alemán y la gente que impulsaba el proyecto Ponte Verde en Alamar.

Quien crea que hablar bien de Cuba es hablar bien del poder y sus representantes, tiene una idea muy retorcida y limitada de lo que Cuba es. Una idea muy tóxica.

7. Pero quizás la mayor limitación de los medios independientes para publicar más trabajos que reconozcan lo bueno y lo bello de Cuba es la falta de acceso a las fuentes de información. Yo podría hacer una lista de decenas de historias que estoy segura que a los representantes del poder les gustaría leer -y sin caer en la propaganda- porque claro que es cierto que hay muchos logros en Cuba que ameritan crónicas, notas, perfiles y reportajes.

Pero con qué credenciales yo puedo ir ahora, por ejemplo, a solicitar una entrevista a quienes están trabajando en los candidatos vacunales. Y este es un ejemplo de muchos. Qué fuentes quedan para los periodistas independientes? La gente común, el pueblo, y los funcionarios públicos o especialistas que no tienen nada que esconder o no tienen miedo y conceden entrevistas a pesar de no tener la obligación de concederlas.

8. En una historia es imposible que todo siempre sea “positivo”, porque la vida no es así, y las historias cuentan la vida. Y en la vida la gente comete errores, la gente tiene defectos, la gente incurre en delitos. Es imposible, o inverosímil, una historia donde haya seres humanos y todo sea positivo. Si mañana a mí me dicen que me darán acceso a los científicos que están trabajando en los candidatos vacunales de Cuba para enfrentar la Covid-19, yo seguramente no presentaré super héroes y súper heroínas sino mujeres y hombres que, además del compromiso con su trabajo, deben sentir estrés y cansancio y otro montón de cosas. Entonces, debemos entender que en muchos casos hay trabajos que “hablarán bien” de Cuba en tres párrafos de un total de cinco o siete, o en cinco capítulos de un total de seis o diez.

9. Lo primero para discutir sobre periodismo es saber cómo funciona el periodismo. No basta con tener una opinión para discutir sobre periodismo. Mis opiniones sobre béisbol no valdrían nada porque yo sobre béisbol se casi nada. El periodismo tiene un campo de estudios, tiene reglas, principios, códigos, y si queremos tener una discusión seria sobre esta profesión debemos empezar por conocerla.

10. Por último, las fuentes de financiamiento de los medios independientes que perturban hoy al poder político son las fuentes que el poder político ha dejado como opciones para los medios independientes. Hacer periodismo sin cobrar no es una opción porque los periodistas deben vivir. A mí me encantaría que un medio independiente pudiera tener un modelo de negocios sólido, que no dependiera de cooperación internacional -aunque acceder a fondos de cooperación internacional para promover derechos humanos es un derecho reconocido por Naciones Unidas- y que los lectores participaran con suscripciones en el financiamiento.

Me encantaría que los ciudadanos cubanos tuvieran el mismo derecho que los ciudadanos de otros países a acreditar un medio de prensa en Cuba. Me encantaría que se pudieran hacer cooperativas. Me encantaría que pudiéramos publicar y comercializar libros. Pero nada de esto es viable en Cuba. Entonces, de qué se les acusa. El origen de los financiamientos actuales de muchos medios independientes está en las prohibiciones que ha impuesto el gobierno cubano al ejercicio del periodismo. Todo análisis de los medios independientes que no parte de reconocer la falta de derechos y garantías jurídicas para ejercer el periodismo independiente en Cuba, es simplemente una tergiversación.

Tomado del perfil de Facebook de Mónica Baró Sánchez

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