La charada, de la que se origina “La Bolita” cubana, el arroz blanco y el arroz frito, el rojo como color de la suerte y el “bálsamo de tigre” son algunas trazas de la cultura china
La herencia de las tradiciones chinas está por todas partes en la cultura cubana. El concepto de transculturación formulado por el etnólogo cubano Fernando Ortiz define perfectamente el grado de asimilación que ocurrió entre lo criollo y lo chino, y que terminó de definir, para bien, eso que llamamos “lo cubano”.
Esta isla en el mar Caribe fue el primer país latinoamericano en recibir la migración masiva desde China, una tendencia que se mantuvo desde mediados del siglo XIX hasta la década del cincuenta de la pasada centuria. La escasez de mano de obra para trabajar en la plantación fue el principal motivo para fomentar la migración de ciudadanos chinos a la Isla.
La primera oleada migratoria se produjo desde 1847 hasta 1874, cuando arribaron a costas cubanas los llamados culíes (quienes vinieron por contratos de trabajo). Luego se produjo otro flujo entre 1900 y 1910; el tercer grupo llegó unos veinte años más tarde y, finalmente, una cuarta ola a mediados de los años cincuenta. Los historiadores estiman que la cifra total de emigrados se acerca a 200 000, aunque no hay consenso sobre el número exacto.
A su llegada a estas tierras, los culíes fueron enviados a trabajar en los ingenios azucareros, cafetales, plantaciones de tabaco y otras faenas agrícolas. Cuando sus contratos de trabajo expiraron, muchos de ellos se integraron en otros oficios y labores comerciales, algunos incluso llegaron a ser dueños de sus propios negocios.
Muchos de estos emigrados chinos jamás volvieron a su país y se aculturaron, a su nueva realidad en Cuba. Formaron familias (muchas con criollos) y transmitieron sus tradiciones mientras asimilaban las propias de las gentes de esta isla. Sus costumbres, religión y arte culinaria forman parte del mestizaje de nuestra sociedad. Incluso el Barrio Chino de La Habana quedó como huella en un pueblo que asume esta cultura como uno de los cuatro componentes de su identidad.
La charada, de la que se origina “La Bolita” cubana, el arroz blanco y el arroz frito, el rojo como color de la suerte y el “bálsamo de tigre” son algunas trazas de la cultura china que están instauradas en nuestra cotidianidad. Y si estás muy mal de salud, “eso no lo cura ni el médico chino”; y si tienes mala suerte, “andas con un chino detrás”. Son aspectos de nuestra vida diaria, esas “chinerías” que nos definen.
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