Cuba tuvo el primer teatro de ópera en América Latina

La construcción original era un edificio de mampostería y madera ubicado justo frente a la Alameda de Paula. (Foto © Autor desconocido – Fotosdlahabana.com)

El 20 de enero de 1775, se inaugura en La Habana el primer teatro de ópera del continente, conocido popularmente como El Coliseo. La construcción había comenzado dos años antes, por iniciativa del Marqués de la Torre, Capitán General y Gobernador de la Isla de Cuba, quien logró recaudar fondos para la obra entre los comerciantes y habaneros principales.

La construcción estuvo a cargo del arquitecto habanero Antonio Fernández Trebejo, quien concibió un edificio de mampostería y madera ubicado justo frente a la Alameda de Paula, entre las calles Oficio y Luz, en una zona privilegiada de la villa San Cristóbal de La Habana.

El 12 de octubre de 1776, en ocasión de conmemorarse otro aniversario del descubrimiento de la Isla, subió a escena la primera ópera, con el título Didone Abandonata, un libreto del autor italiano Pietro Metastasio, uno de los dramaturgos más importantes del siglo XVIII.

La primera obra de un autor cubano se estrenó en 1807, con texto de Manuel de Zequeira y el título América y Apolo. En los años siguientes, otros reconocidos compositores, como el italiano Stefano Cristani y el español José Serrano, estrenan sus piezas en El Coliseo.

Hacia el año 1788, el edificio estaba en tan mal estado que fue cerrado al público por orden del cabildo. La remodelación comenzó en 1799, durante el gobierno de Don Salvador de Muro y Salazar, marqués de Someruelos, y la reapertura fue cuatro años después.

A partir de entonces, el recinto comenzó a ser conocido como El Principal o Teatro de la Ópera de La Habana. Allí actuaron las mejores compañías extranjeras y se representaba una amplia cartelera de temporada operística, pero también piezas de comedia y dramas.

El Principal, cuyo estilo arquitectónico tomó como modelo el teatro Principal de Madrid, subsistió hasta 1846, cuando otro gobernador, Don Leopoldo O’Donell, ordena la ampliación y modernización del edificio, esta vez a cargo del ingeniero español Mariano Carrillo de Albornoz. Esta segunda reconstrucción, que se concentró en adornar la fachada y esmerar detalles lujosos, concluyó en septiembre de ese año.

Apenas unos días después, La Habana fue azotada por un intenso huracán, uno de los más devastadores que se hayan registrado en el país. Durante la tormenta, el gran Coliseo, el Teatro Principal de la villa de San Cristóbal, fue completamente arrasado por la fuerza del viento y la penetración del mar. Solo quedó en pie su fachada recién construida, que igualmente desapareció con el tiempo.