Dormir en presencia de luz artificial puede ser perjudicial

Un grupo de científicos del Centro de la Medicina del Sueño de la Universidad Estatal de Moscú, ha publicado un informe sobre su investigación de los efectos del sueño bajo condiciones de luminosidad.

«Ahora, cada vez más datos indican que existe una conexión bastante clara entre la iluminación excesiva, sobre todo en las grandes ciudades, y el riesgo de desarrollar enfermedades, principalmente enfermedades cardiovasculares y oncológicas», dijo Alexánder Kalinkin, líder del estudio.

Cada célula del cuerpo humano está programada perfectamente como especie de un reloj, con una naturaleza cíclica que se cumple cada 24 horas. La hormona melatonina es la encargada de llevar a cabo estos procesos y sobre ella incide muy fuertemente la luz. Esa es la principal evidencia de la investigación.

De esta forma “la luz excesiva procedente de la iluminación brillante de ordenadores o ‘gadgets’ que solemos usar por la noche desplaza la fase de producción de melatonina a horas posteriores y causa problemas con el sueño en las personas”, explicó el somnólogo.

“Cuando dormimos, no solo cambia el funcionamiento de los sistemas funcionales como el cardiovascular, respiratorio, etc., sino también la actividad del genoma, la actividad de ciertos genes”.

Otro dato revelador es que la luz solar es la encargada de hacer accionar el interruptor de ese reloj biológico para dar inicio al nuevo ciclo. Pero las personas que se despiertan antes de que el Sol haya salido también poseen el riesgo de padecer enfermedades pues están forzando al organismo diariamente.

«Nuestro cuerpo fue diseñado para que nos levantemos después del amanecer, con el brillo del sol, porque su luz reinicia nuestro reloj biológico».

A su vez, Mijaíl Poluéktov, explica que “Independientemente de si queremos o no queremos dormir, las células de nuestro cuerpo en la oscuridad pasan al modo nocturno, esto está controlado por el mecanismo genético que está dentro de cada célula. No importa cuántas veces intentemos cambiar nuestros biorritmos habituales con nuestro comportamiento, no podremos hacerlo”.

“A las 21:00-22:00 horas comienza la secreción de la hormona melatonina. Después de las 22:00, cuando su nivel es lo suficientemente alto, se crean las condiciones más óptimas para conciliar el sueño. Además, el ritmo de la temperatura corporal es importante y comienza a cambiar en las horas de la noche: la temperatura interna del cuerpo desciende y en consecuencia esto facilita conciliar el sueño. Ocurre después de las 22:00 horas”.

Tal parece que el refrán popular de “el que madruga Dios lo ayuda” entra en contradicción con la ciencia, que no aconseja levantarse hasta que no haya salido el Sol.

Con información de RT