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Estudio científico pondera los beneficios de la siesta vespertina

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Estudio científico pondera los beneficios de la siesta vespertina

El estudio se realizó en Grecia

“La siesta de la tarde reduce la presión arterial con efectos comparables a los obtenidos al reducir el consumo de sal en la dieta o incluso la acción de un fármaco antihipertensivo de baja dosis”, esta es la conclusión principal a la que un grupo de científicos griegos llegaron tras analizar los datos de 212 personas.

Manolis Kallistratos, líder de la investigación del Hospital General Asklepieion en Voula, dio un adelanto a la prensa de lo que será su presentación en el próximo encuentro del Colegio Americano de Cardiología en Nueva Orleans.

Las más de 200 personas estudiadas tenían 65 años de edad y les fueron registrados sus signos vitales con un sensor portátil las 24 horas del día.

Como promedio aquellos que tomaban la siesta vespertina tenía una presión arterial cinco milímetros más baja que las otras que no lo hacían.

«A pesar de la reducción de tensión arterial parece pequeña, puede reducir el riesgo de eventos cardiovasculares de manera significativa. La cifra es comparable a la de otras medidas para reducir la presión, como reducir el consumo de sal o alcohol», declaró Kallistratos.

Como anécdota curiosa Kallistratos hizo referencia a dos grandes líderes británicos practicantes de la costumbre de la siesta: «Winston Churchill decía que tenemos que dormir en algún momento entre el almuerzo y la cena, mientras que Margaret Thatcher no quería ser molestada alrededor de las tres de la tarde. De acuerdo con nuestro estudio, ellos tenían razón, porque las siestas parecen reducir los niveles de tensión arterial y probablemente también la cantidad de medicamentos antihipertensivos que se necesitan», indicó el galeno griego.

La costumbre de la siesta data del siglo XI y comenzó entre los religiosos de la región italiana de Umbría, todos los religiosos debían recostarse, en el lapso de tiempo comprendido entre las 12 y 15 horas, para descansar y retomar energías para el resto del día.

Cuando comemos alimentos la sangre desciende desde el sistema nervioso hacia el digestivo y el metabolismo se ralentiza haciendo caer en un estado de sueño natural al cerebro, mientra procesa la energía ingerida. Eso produce una somnolencia que es proporcional a la cantidad de alimentos ingeridos.

Con información de ANSA

 

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