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Fallecimientos raros en Cuba: cuando la muerte llega de forma inesperada

HISTORIA DE CUBA

Fallecimientos raros en Cuba: cuando la muerte llega de forma inesperada

Varias personas dicen que desde que nacemos, la fecha de nuestro desenlace ya está determinada

entrada al cementerio de colon

Con 57 hectáreas de extensión, el cementerio de Colón es el más importante del país y el que más historias “raras” alberga. (Foto © Periódico Cubano)

Nadie está preparado para morir, aun cuando se trate de un proceso natural, ley de vida y demás, siempre es una sorpresa. Incluso aquellos que, lamentablemente, padecen alguna enfermedad por largo tiempo, ven lejos el día del último adiós.

Varias personas dicen que desde que nacemos, la fecha de nuestro desenlace ya está determinada; hay otros que, en cambio, creen en la vida eterna. En fin, hay de todo en este mundo. Los siguientes casos son historias de personas que murieron de maneras inesperadas.

Julián del Casal

El “poeta infortunado” ha pasado a la historia como una de las grandes voces de la poesía cubana del siglo XIX. Su vida estuvo marcada por las desgracias y de niño quedó huérfano. Fue un intelectual de alto rango, escribió para la revista La Habana Elegante y nos legó obras como Hojas al Viento, Nieve, Bustos y Rimas.

No tuvo suerte en el amor, pues se enamoró de una adolescente de 12 años. Julián murió, en 1893, cuando se encontraba en una cena con amigos y uno de los presentes realizó un chiste. Un ataque de risa le provocó la rotura de un aneurisma.

Juana Martín

Jugadora apasionada de dominó, esta mujer experta a quien no le gustaba perder, falleció en 1925. Para Juana cualquier ocasión era buena para echar una partida.

La que ha trascendido, su última, inició con el doble ocho y, cuando solo había 15 fichas sobre la mesa, Juana pensaba pegarse con un doble tres para coronarse como vencedora, pero alguno de sus contrincantes trancó el juego y se viró con el doble blanco, con menos cantidad de puntos que ella. Este movimiento provocó en Juana tres infartos consecutivos.

Ana María Borrero

Esta joven, una de las hermanas de la poetisa Juana Borrero (amor platónico de Julián del Casal) escribía sobre moda, y artículos con su firma aparecieron en los mejores periódicos y revistas de la época como Carteles, Vanidades, Ellas, Bohemia y El Diario de la Marina.

Estaba, según el cronista Ciro Bianchi, dotada para hacer un poema de cada vestido de mujer. Sin embargo, abandonó toda esta vida de lujo para apegarse al periodismo y darle voz a los desfavorecidos. Como periodista, encontró la muerte en México cuando cubría la visita a ese país del presidente norteamericano Harry S. Truman y una multitud la aplastó.

Alicia Rico

Alicia fue una de las más originales actrices del teatro vernáculo cubano. Luego de que su esposo falleciera en el escenario, ella también tenía el deseo de morir en un lugar similar. Cuando fue diagnosticada con una severa cardiopatía, desobedeció los consejos de su médico, convenció al director para que la dejara bailar al menos una rumba, sin repeticiones al final del show.

En el Teatro Martí, el mismo donde interpretara a simpáticos personajes del ambiente popular como “la vieja chismosa” y “la gallega” dio sus últimos pasos.

Ante la insistencia del público, los gritos y aplausos, la actriz repitió seis veces los movimientos en una noche. Al día siguiente tenía el mismo propósito, y luego de dos repeticiones, mientras iba hacia el vestíbulo, se desplomó.

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