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Madres cubanas se quejan sobre los uniformes escolares
Uniformes, zapatos, mochilas, meriendas y una larga lista de preocupaciones se suman para convertir el regreso a clases, en Cuba, en una verdadera odisea
Cada año, previo al comienzo del curso escolar, se repite en Cuba la misma historia en el tema de los uniformes. Madres, y familias en general, ponen «el grito en el cielo» y dan mil carreras para tratar de garantizar que el primer día de clases su hijo vaya vestido correctamente, aunque para ello inviertan lo poco que tienen.
Este verano tampoco es diferente. Así lo hacen saber a través de las redes sociales numerosas personas que se enfrentan a la difícil situación de transformar las prendas, tanto quienes tienen derecho a comprarlas, como quienes no y deben «luchar» alguna alternativa.
«Cada vez más grandes los uniformes, quién será la genio que los hará, no se da cuenta de que está derrochando material por gusto, le sirve a mis dos hijas juntas», dice en un post en Facebook la madre identificada como Obbatalacita AC.
Sus palabras bien pudieran parecer un meme y la imagen compartida causar risa, pero contrario a eso, resulta el reflejo de la ineficiencia y de los absurdos más comunes del Gobierno cubano.
La foto muestra a dos niñas que perfectamente caben juntas dentro de una falda de color rojo, de las que se usan en la enseñanza primaria cubana, ahora sin los tirantes.
Precisamente, este es uno de los casos y quejas más frecuentes, pues los uniformes que se comercializan llegan con tallas ridículamente grandes, al punto que son casi imposibles de arreglar por el más experto sastre.
Pero este no es el único problema con los uniformes escolares en Cuba. La insuficiente producción de los mismos obliga al Ministerio de Educación a regular su asignación y, comúnmente, solo reciben cuatro prendas en los primeros grados. El resto de los niveles de la enseñanza se ve afectado, a una prenda superior e inferior, casi siempre.
Otra dificultad, según madres cubanas, es que si por casualidad se corre con la mala suerte de perder el papel o «bono» para la compra del uniforme, es casi imposible conseguirlo.
«A mí se me perdió el papel con cartera y todo, hablé y no me lo pueden vender sin papel, qué gracioso se fue el uniforme de vuelta para el almacén… fui a los lugares pertinentes y me dijeron que yo tuve tiempo de ir a buscarlo, que tenía que esperar hasta noviembre el nuevo curso para resolverme un uniforme», denuncia una internauta desde la Isla.
Por otro lado, varios comentarios en el post antes mencionado hacen referencia a que, una vez más, la Industria Ligera, encargada de la confección de las prendas, en conjunto con el Ministerio de Salud Pública, que supuestamente debería tallar a los estudiantes, olvidan cómo son los niños cubanos.
«Ni que hubiese tanta comida en este país, ahorita las gorditas están en extinción»; «Eso lo hicieron para los del PCC que están gordos todos, de ahí cogen las medidas»; «Y con el hambre que hay, ya no creo haya una niña tan gordita así», señalan en tono jocoso varias isleñas.
Si bien el curso escolar se pretende que inicie el próximo 5 de septiembre, los uniformes son apenas el primer obstáculo en la triste carrera familiar. Zapatos, mochilas, meriendas y una larga lista de preocupaciones se suman para convertir el regreso a clases, en Cuba, en una verdadera odisea.