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El día después de Fidel: La Habana calló el sábado 26 de noviembre

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El día después de Fidel: La Habana calló el sábado 26 de noviembre

Un silencio sólido, pesado, impensable en la bulliciosa ciudad vieja, envolvió a la capital y a toda Cuba el sábado 26 de noviembre; “no es una orden, sino una sugerencia que es mejor acatar”, dice un gigantón taxista; manifestación de universitarios

En el viejo Volga del gigantón taxista no hay música. Es sábado 26 de noviembre de 2016, el día después de la muerte del líder histórico de la Revolución Cubana y en La Habana (en Cuba toda) una pesada losa de silencio cubre todas las actividades. No es un sábado como cualquier otro. El país, sin embargo, parece haber asimilado con tranquilidad la noticia que en la noche del viernes lanzó a la nación y al mundo el presidente Raúl Castro: ha muerto “el comandante en jefe…”.

Comienzan nueve días de duelo, que durarán hasta las 12:00 horas del 4 de diciembre, cuando en la Plaza de la Revolución se “celebrará un acto de masas” para despedir a quien fue durante 60 años, para bien y para mal, jefe formal o “tras el trono” de todas las instituciones de la mayor de las Antillas, una república que hizo profesión de fe marxista casi apenas concluida la revuelta que derrocó a Fulgencio Batista y que es hoy, formalmente, uno de los pocos países comunistas que quedan en el mundo. Así consta en el proyecto de nueva Constitución que fue sometido a consulta hasta el jueves 15 de este mes y que declara a Cuba marxista-leninista por siempre.

En el taxi de este enorme negro de manos a las que le queda chica la guía –y que nos dice que fue seleccionado nacional de básquetbol y acudió a jugar a México en varios torneos en la capital-, el radio está en silencio, como en silencio están todos los restaurantes y bares de La Habana Vieja, donde, nos dicen los anfitriones, la música es señora omnipresente. Nadie va a tocar ni a cantar en público hoy ni en los próximos días. “No es que sea una orden, es una sugerencia”, explica el gigantón, “pero es mejor acatarla para no tener problemas con la seguridad del Estado”.

Ni el viejo Lada –con caja de velocidades de Fiat y guía de un Honda, decorado en madera en sus interiores (“yo mismo hice los adornos”, dice ufano el chofer)- vamos rumbo al Cementerio de Colón, un monumento histórico de impresionantes mausoleos y arquitectura desde clásica hasta ecléctica y moderna que aloja a grandes personajes de la historia, la política y el arte y la cultura cubanos.

En las calles, excepto la ausencia impensable de música, el bullicio es normal: viejos camiones (guaguas) que tiran negras columnas de humo de sus mofles, antiquísimos Studebaker y Chevrolet (les llaman Almendrones) que dan servicio de taxi, vendedores ambulantes… y una manifestación de si acaso 300 jóvenes alumnos de la Universidad de La Habana que recorre la avenida en la que es, hasta entonces, la única manifestación pública de duelo por la muerte de Fidel, junto con una guardia de integrantes de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) en las escalinatas de esa casa de estudios. No hay clases, desde luego, como tampoco las hay en todo el sistema educativo.

El gigante basquetbolista nos lleva luego a la Plaza de la Revolución, donde ya han comenzado a instalarse los equipos de radio y televisión que transmitirán las exequias del líder. Ahí en los siguientes días la actividad será febril hasta el 4 de diciembre en que, tras los honores con asistencia de jefes de Estado y de gobierno, las cenizas de Fidel reposen para siempre en el Cementerio de Santa Ifigenia, Monumento Nacional desde 1979 ubicado en Santiago de Cuba, donde está el Cuartel Moncada. En Santiago, el líder hoy extinto lanzó su primer ataque contra Batista el 26 de julio de 1953.

En el panteón lo acompañarán los caídos en el asalto al Moncada y el mítico sonero Francisco Repilado, Compay Segundo, creador del armónico y líder del Buena Vista Social Club. También José Martí, el legendario luchador por la independencia cubana, cuyo mausoleo, construido en 1951, es una de las grandes atracciones de ese camposanto… Pero esa es otra historia.

La muerte de Castro, dice el periódico español El País (27 de noviembre de 2016), supondrá una enorme sacudida emocional en Cuba, tanto para sus partidarios como para sus detractores, por el peso abrumador que ha tenido su figura en la vida cubana durante generaciones y generaciones. Políticamente, es el símbolo del fin de una era, aunque eso no signifique que quepa esperar pronto cambios sustanciales en el sistema cubano. Queda como último sostén de los líderes de la Revolución su hermano Raúl Castro.

No hay tal sacudida emocional, no fue visible al menos, según pudo constatar este periodista, pero sí Cuba entró en un proceso reformador que se manifiesta en “una gran consulta a todos los cubanos del mundo” para hacer la nueva Constitución, dice la cónsul general de Cuba en Yucatán, Campeche y Quintana Roo, Bárbara Nancy González Suárez. Formalmente, los Castro están fuera del poder, pues Raúl y la antigua nomenclatura cedieron la presidencia del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros a Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, un profesor universitario de “apenas” 58 años, desde el 18 de abril de 2018.

En Miami, donde se asienta la comunidad cubana más grande fuera de la isla, el sábado 26 numerosos contingentes han salido a las calles a festejar, sobre todo en La Pequeña Habana, donde, entre bocinazos y cacerolazos, gritan consignas como “Fidel, tirano, llévate a tu hermano” o “Libertad para Cuba”.

 

Artículo de opinión publicado bajo la Política de Renuncia de Responsabilidad de Periódico Cubano

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2 Comments

2 Comments

  1. Marisol

    6 febrero, 2019 - 11:53 PM at 11:53 PM

    Cuba se hundió en el silencio y la tristeza por sentimientos propios «»No porque nadie lo mendigo «» fue muy evidente %%%No se puede tapar el sol con un dedo%%%.

  2. ANGELA SANTANA

    16 enero, 2019 - 6:35 PM at 6:35 PM

    Maldito sea el y su inmensa estirpe,bandoleros y descarados .

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